Los recursos del Fondo Nacional del Café no son del pueblo, como clama histriónicamente Petro, son de los cafeteros.

El presidente Gustavo Petro, con su particular estilo disruptivo y demoledor de los cimientos del establecimiento colombiano, se fue lanza en ristre contra la centenaria institucionalidad cafetera, representada por la Federación Nacional de Cafeteros. En una actitud vengativa contra la cúpula gremial, derivada de la designación democrática y estatutaria de un candidato para la gerencia de la Federación que no era de su cuerda – el ingeniero huilense y emprendedor cafetero, Germán Bahamón-, el mandatario inicio su campaña para demoler los cimientos del gremio, que desde 1927 representa y defiende con sentido de patria los intereses de las 540 mil familias caficultoras a nivel nacional e internacional.

Para fomentar la división y poner en jaque a la Federación, Petro y su ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica, fraguaron una espuria asamblea cafetera con la presencia de 1.700 representantes de pequeñas asociaciones y cooperativas, a quienes les prometieron $400 mil por asistir y agitar las banderas gobiernistas. En la asamblea, sin la representación nacional y democrática de la Federación Nacional de Cafeteros, detentada por vocación y por ley, se aprobaron varios aspectos de política pública de carácter asociativo, que son del resorte exclusivo del gremio del grano, orientados a cimentar la desinstitucionalización de la Federación Nacional de Cafeteros.

Petro pretende, además, derruir la base social cafetera para instrumentalizar -en contravía de la Carta Magna- la constituyente cafetera, que a través de la cooptación y dependencia que generan los subsidios oficiales pueda sumar votos al menguado electorado petrista para las elecciones presidenciales de 2026. A lo anterior se suma la no prórroga, o incluso la declaratoria de caducidad anticipada del contrato de administración del Fondo Nacional del Café, vigente hasta el 7 de julio de 2026, administrado como cuenta especial de los cafeteros desde 1940. El Fondo cuenta con un patrimonio de US$530 millones e ingresos anuales de US$588 millones, generados por la comercialización internacional de café verde en 21 países, las ventas de Bancafé liofilizado, las tiendas de Procafé y las actividades de Almacafé de Colombia.

Para Petro, los dineros del Fondo Nacional del Café “son del pueblo colombiano”. Craso error, cometido a ciencia y conciencia, con fines políticos. Las contribuciones parafiscales del Fondo Nacional del Café, concebido para impulsar y fomentar una caficultura eficiente, sostenible y competitiva, son recursos públicos que no ingresan al erario, ni hacen parte del presupuesto nacional; su destinación especifica solo puede beneficiar, por ley, a quienes efectivamente los aportan.

En consecuencia, los recursos del Fondo Nacional del Café no son del pueblo, como clama histriónicamente Petro, son de los cafeteros colombianos. Desconocer su naturaleza legal atenta contra la estabilidad y la sostenibilidad de la caficultura colombiana, que tanto, y por tanto tiempo, le han aportado a la economía nacional.

Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
andresespinosa@inver10.co