Etimológicamente hablando, la tecnocracia significa el gobierno de los técnicos y procede de las palabras griegas tékhnē, que tiene como significado arte o técnica, y krátos, que quiere decir poder, dominio y gobierno. En la antigua Grecia, la tecnocracia jugaba un papel destacado por sus conocimientos, cargos y responsabilidades en la conformación de un buen gobierno. Si bien en el mundo moderno no se concibe un gobierno sin políticos, tampoco resulta razonable, o incluso inteligente, un gobierno sin tecnócratas.
Pese a las sanas costumbres políticas y la sabiduría popular, el presidente Gustavo Petro le ha dado una vuelta más a la soga que ahoga a la nación colombiana al pretender gobernar sin tecnócratas. Al privilegiar la casta política del Pacto Histórico y los correligionarios del antiguo y desmovilizado M-19 sobre los tecnócratas, el Estado se dirige hacia el desgobierno total, que desprecia la experiencia, la meritocracia y la técnica para favorecer, exclusivamente, los intereses políticos e ideológicos del movimiento que lo llevó en hombros a la Casa de Nariño.
El entierro de tercera de la tecnocracia en la administración Petro le abre la puerta de par en par a la demagogia y al populismo como formas de gobierno, con el objetivo de mantenerse, ideológicamente, en el poder después del 2026. No es otra la razón que podría explicar el sinsentido de haber dinamitado -como Ricaurte en San Mateo- el acuerdo nacional conformado al inicio de su administración, que le permitió meterle la mano al bolsillo de los colombianos con una reforma tributaria recesiva e inconveniente para los interés nacionales. No es otra la razón para despedir del alto gobierno a los tecnócratas para reemplazarlos por políticos afines a su ideario socialista, que no tienen ningún interés en mantener funcionarios experimentados que sepan para reemplazarlos por otros que obedezcan sin cuestionarse si las decisiones estatales le sirven o no al pueblo colombiano.
El gobierno de Petro sin tecnócratas es como un navío sin brújula, sin carta de navegación, sin planeación económica. Un gobierno sin planeación es un gobierno sin dirección. Bienvenidos al cambio.