El Brexit tendrá un impacto económico significativo en Reino Unido, de suerte que la noche será más oscura antes del nuevo amanecer.
La inobjetable victoria del Partido Conservador en las pasadas elecciones realizadas en el Reino Unido, le devuelven la gobernabilidad política comprometida desde la realización del referéndum sobre la terminación de su membrecía en la Unión Europea (Brexit por sus siglas en inglés).
Boris Johnson, ganador indiscutible de la contienda electoral más importante de nuestra era, con 365 escaños en el Parlamento y una aplastante mayoría de 80, le puso punto final al liderazgo y la carrera política del laborista, Jeremy Corbyn, anclado en un anacrónico manifiesto marxista de nacionalización y expropiación económica, que espantó a empresarios y trabajadores por igual.
El triunfo de Johnson le permite poner en práctica sus principales promesas de campaña: implementar el Brexit antes del 31 de enero próximo e iniciar las negociaciones con el objetivo de culminarlas a finales del 2020; fortalecer el sistema de salud y la policía; adoptar el sistema australiano de inmigración a base de puntos e incrementar las inversiones en energía sostenible, que reduzcan las emisiones de carbón y la polución ambiental.
El eje de la cruzada política de Boris Johnson fue el acatamiento del vibrante sentimiento popular a favor del Brexit, representado por el referéndum de 2016 y el impresionante resultado de las pasadas votaciones. En ambas ocasiones, la mayoría de los británicos se manifestaron a favor de la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea.
Históricamente, el Reino Unido ha sido relegado a un segundo plano por el eje franco-alemán, que domina el espacio continental europeo desde los años cincuenta. Ahora las cosas son a otro precio.
La Gran Bretaña deberá negociar los términos y condiciones de su retiro del mercado común europeo en materia comercial, aduanera, laboral, industrial, financiera, agrícola y de pesca.
Los retos son de gran calado. En materia política, el primer ministro Johnson deberá atraer a Escocia, ahora con un sentimiento de independencia fortalecido con 45 representantes en el Parlamento británico, que aboga por un nuevo referéndum que le permita a los escoceses decidir si se quedan o se van del Reino Unido. Brexit deja a Irlanda y a Irlanda del Norte en lados diferentes de la Gran Bretaña y de la Unión Europea, divididos por medio de una frontera, ojalá de naturaleza suave e innovadora, que mantenga el cordón umbilical del Acuerdo de paz de Viernes Santo.
Brexit tendrá un impacto económico significativo, de suerte que la noche será más oscura antes del nuevo amanecer político y soberano del Reino Unido. Los servicios financieros, legales, contables y de publicidad podrían verse negativamente afectados, al igual que el sector automotriz, aeronáutico, agropecuario y químico, dependientes de complejas cadenas de suministro, generosos subsidios, permisos y licencias laborales de millones de profesionales que operan en la Gran Bretaña.
El caso de Londres es especial, dado que es considerado el centro financiero, bancario y de seguros más importante de Europa. Amanecerá y veremos.
Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro Consejo Directivo del ICP
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