La pandemia y las medidas de restricción adoptadas a nivel internacional para contenerla han generado una de las mayores crisis del transporte marítimo de la historia, que en los medios especializados se conoce como ‘la crisis de los contenedores’. Para comprender este fenómeno de alcance global, es pertinente tener en cuenta que alrededor del 80% de los productos que se consumen en el mundo se transportan por vía marítima.
Varios elementos se han confabulado para crear una tormenta perfecta, que se ha traducido en la mayor alza de fletes marítimos de nuestro tiempo. En septiembre de 2020, el flete entre China y Estados Unidos costaba 4.000 dólares. Un año después, el flete promedio se quintuplicó a 20.000 dólares. Los fletes entre China y el norte de Europa pasaron de 2.000 a 14.000 dólares, es decir que se multiplicaron por 7. Los fletes entre Shanghái y Buenaventura se triplicaron en el último año al pasar de 2.000 dólares a 7.000 dólares.
La crisis de los contendores se origina en tres factores. En primer lugar, cientos de miles de contenedores llegaron de Asia a diversos destinos de las Américas y Europa, pero las restricciones impuestas por la pandemia no les permitieron regresar con mercancías. Sin carga de compensación, estos contenedores se quedaron arrumados en los principales puertos de occidente. El segundo factor que ha intervenido en esta crisis tiene que ver con la interrupción en la dinámica del tráfico marítimo. Por un lado, la temporada de tifones golpeó a varios puertos chinos. Por el otro, la aparición de nuevas cepas del Covid-19 ha forjado nuevos cierres portuarios, más disrupción comercial y mayor resquebrajamiento de las cadenas de suministro.
El tercer factor, la reactivación de la economía mundial, ha favorecido el fuerte incremento en la congestión en los puertos marítimos. Los barcos mercantes esperan en largas filas para desembarcar su mercancía, con lo cual se han originado más cuellos de botella en los puertos internacionales, que agravan los problemas de logística y contribuyen al aumento de la inflación.
En ultimas, el consumidor pagará las consecuencias.