Se aproximan vientos de cambio desde el Cono Sur, que a buen seguro van a modificar el balance geopolítico de América Latina. El presidente electo de Argentina, Mauricio Macri, toma posesión el 10 de diciembre, con lo cual le pone punto final al modelo político más populista desde Eva Perón. El pesado legado de doce años y medio de kirchnerismo en el poder, ejercido como un matriarcado desde la Casa Rosada, es deplorable. La realidad es que la economía argentina evidencia una tendencia insostenible, que al final de sus días, cobró su deuda en las pasadas elecciones presidenciales.
De acuerdo con el FMI, el lánguido crecimiento del 0,4 por ciento para este año, de la que fuera una de las economías más prosperas del planeta en los años treinta, se enrumba, todavía insegura de sí misma, hacia una recesión del 0,7 por ciento y una inflación del 25 por ciento en el 2016. En opinión de Nigel Chalk, responsable de monitorear la situación argentina en el FMI, “el gasto público creció más del 35 por ciento en los primeros ocho meses del año y el déficit fiscal se duplicó en el año, ubicándose en el 4 por ciento del PBI”, con lo cual no habrá recursos fiscales para crecer el año entrante.
La receta del FMI para reactivar la tercera economía de América Latina, abarca la eliminación de las distorsiones generadas por el ‘cepo’ cambiario, que impacta adversamente los precios relativos, genera un oscuro mercado paralelo de divisas y erosiona la competitividad internacional. Según el Fondo, “se necesitarán un ajuste fiscal y una orientación monetaria más restrictiva para contener los efectos de la inflación y limitar las presiones de la depreciación sobre el peso argentino”. En tanto que “la eliminación de subsidios distorsivos y la reducción de la inflación allanarán el camino para alcanzar un crecimiento más equitativo”.
Macri le apostó al cambio en las urnas y ahora le corresponde cumplirle a los 13 millones de electores que votaron por él contra el costoso populismo de Cristina Fernández de Kirchner. El retorno de la confianza inversionista, la necesaria reinserción de Argentina en los mercados financieros internacionales y el regreso de los capitales al país, dependerá de la anunciada solución que Macri le dé a la disputa legal relacionada con los fondos especulativos, que reclaman 1.300 millones de dólares por bonos en mora desde finales del 2001.
Los nuevos aires argentinos también soplan con fuerza en el campo de la política internacional. Macri anunció que planea invocar la cláusula democrática de Mercosur para sancionar al régimen chavista “por los abusos que está cometiendo en la persecución de opositores”. Su aplicación, prevista en los casos de ruptura del orden democrático, prevé medidas que van desde la “suspensión del derecho a participar en los distintos órganos” del Mercosur, hasta la cesación de “derechos y obligaciones”, determinación que puede oxigenar las anacrónicas inclinaciones políticas de nuestra región.