La pronta remoción de estos obstáculos resulta esencial para promover eficazmente las exportaciones de nuestro país.
José Manuel Restrepo, ministro de Comercio, Industria y Turismo, haría bien en examinar y resolver los 20 obstáculos de exportación identificados en mi trasegar profesional, que más allá de las reconocidas falencias de la infraestructura nacional, frenan las exportaciones de Colombia: carencia de una política nacional de promoción de exportaciones desde 1998; cierre de los centros de aprovechamiento de los TLC; exiguo nivel de implementación de tecnología e innovación exportadora; deficiente desarrollo de productos con valor agregado; carencia de un sistema eficaz de inteligencia de mercados; fallas en la identificación de la ruta exportadora, contactos y costos para hacer negocios en el exterior; preferencia de los productores nacionales por el mercado local; fragmentación de las cadenas productivas; trabas para la formación de clústeres exportadores; servicios no integrados de los operadores logísticos; debilidad exportadora de las asociaciones de productores; dispersión y atomización de los productores nacionales; exiguo consumo per cápita local de productos del sector exportador; menguado nivel de tecnificación y certificación internacional; ausencia de concertación, implementación y armonización institucional de las autoridades técnicas, sanitarias y de inocuidad alimentaria; insuficiencia de agrónomos especializados en exportaciones; escasez de empresarios que le apuestan a la economía sostenible y la agricultura verde certificada de exportación; inexistencia de material vegetal de calidad exportable; reducida implementación certificada de buenas prácticas agrícolas y de manufacturas por parte de los productores nacionales; limitada capacidad de procesamiento de frutas y hortalizas en el país, y escasa disponibilidad de recursos para la promoción de exportación de productos hortofrutícolas.
Las 15 barreras no arancelarias propias del Instituto Colombiano Agropecuario,(ICA), que enredan las exportaciones agropecuarias y comprometen la diplomacia sanitaria son las siguientes: politización, corrupción y fragilidad institucional; ausencia de visión de largo plazo; presupuesto insuficiente; abandono de la Comisión de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias; servicios sanitarios reactivos y no preventivos; pobres avances en trazabilidad animal, vegetal e inocuidad; baja capacidad técnica para definición de zonas libres y de baja prevalencia de enfermedades y plagas de control oficial y notificación obligatoria; pobre capacidad diagnóstica; debilidad en la definición y aprovechamiento de los mercados priorizados; demora en la elaboración de análisis de riesgo; prevalencia de las enfermedades de Newcastle del sector avícola y de la peste porcina; presencia de la pudrición del cogollo de la palma y de plagas; preponderancia de enfermedades de importancia cuarentenaria del sector hortofrutícola como la mosca de la fruta y la HLB de los cítricos; atraso en la implementación de TIC; demora en la negociación, preparación e implementación de los protocolos sanitarios con los países con TLC; ausencia de reconocimiento internacional de la designación por parte de la Organización Mundial de Sanidad Animal de ‘país libre de aftosa con vacunación’; y atraso en la implementación de los documentos Conpes relativos a los temas sanitarios y de inocuidad.
La pronta remoción de estos cuellos de botella resulta esencial para promover eficazmente las exportaciones de nuestro país.