El dólar de Estados Unidos ha recobrado el brillo y el valor que le corresponden como la moneda de reserva más importante del planeta. El fortalecimiento de la divisa norteamericana, observado desde el mes de julio del año pasado, se erige como uno de los principales determinantes de la economía global de nuestra época, más informada e interdependiente que nunca.
La reunión de la Reserva Federal de esta semana podría representar la transformación más importante de la política monetaria estadounidense de los últimos años. Se consolida de manera creciente el consenso técnico y académico respecto del cambio de énfasis de la política monetaria de la FED, que eliminaría el calificativo ‘paciente’ para comenzar a normalizar la postura de la política monetaria, a fin de abrir las opciones para elevar la tasa de interés de referencia, congelada en el 0,25 por ciento desde el año 2008.
La movida de la FED podría indicar que se mantiene con las manos ligeras, pero firmes en las riendas de la política monetaria, en espera de mayor claridad en cuanto a los ambivalentes resultados de la economía estadounidense.
Por un lado, la tasa de desempleo, que en el 2009 era del 10,9 por ciento, se sitúa ahora en el 5,5 por ciento. Por el otro, el crecimiento del PIB podría revisarse a la baja, de 2,2 por ciento en el cuarto trimestre del 2014, al 1,2 por ciento en el primer trimestre de este año, como resultado del fortalecimiento del dólar; las expectativas de inflación aumentaron a 2,8 por ciento y el consumo se redujo en 0,2 por ciento.
Estas señales, contradictorias por naturaleza, podrían frenar el apetito de algunos de los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto de la FED, como James Bullard, del Banco de Reserva Federal de St. Louis, que favorecen el aumento de las tasas de interés en el primer semestre del 2015. Las apuestas de los analistas internacionales confirman, no obstante, que existe 19 por ciento de probabilidades de que la primera alza de tasas de interés en Estados Unidos, desde el 2006, sea en el mes de junio de este año, contra el 57 por ciento que opina que ocurrirá en septiembre.
En cualquier evento, las señales emitidas por la FED apuntan a un mayor fortalecimiento del dólar, con lo cual las demás monedas de reserva –como el euro– serán empujadas hacia una mayor devaluación, y las divisas de los países emergentes y en desarrollo –como el peso colombiano– serán sacudidas en torno de los niveles observados hace más de una década.
Como en la ranchera de José Alfredo Jiménez, el dólar podría cantar, orgulloso, “con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero. Y mi palabra es la ley. No tengo trono ni reina. Ni nadie que me comprenda. Pero sigo siendo el rey”.