La preocupación de Trump parece ser la incesante expansión económica de China, con políticas para reemplazar a EE. UU. en la aldea global.
La Oficina de Información del Consejo de Estado de la República Popular China publicó el pasado 27 de septiembre un libro blanco titulado China y el mundo en la nueva era, el cual permite deducir la importancia que el gigante asiático le otorga a las relaciones bilaterales con Estados Unidos y los mensajes directos que le envían a su rival planetario.
Para China, la cooperación es la
única opción para los dos países; el beneficio mutuo es el único camino
hacia un futuro más próspero para todos.
El documento de marras
explica que “China no tiene la intención de desafiar a Estados Unidos,
ni de reemplazar a Estados Unidos”.
Al mismo tiempo, le piden a
los norteamericanos que abandonen la mentalidad de la Guerra Fría y
desarrolle una comprensión adecuada de sí mismos y del mundo; le
advierten igualmente a Estados Unidos que “no puede forzar la mano de
Chin; y es aún menos probable que detengan el desarrollo de China”.
Por
último, para China, “la trampa de Tucídides no es una ley
inquebrantable. Sin embargo, cualquier error de cálculo estratégico
serio entre los principales países del planeta corre el riesgo de
convertir el conflicto y la confrontación en una profecía autocumplida”.
Palabras duras del gigante asiático, que ameritan ponderada
reflexión. Para comenzar, resulta evidente que Estados Unidos no tiene
mentalidad de Guerra fría y conoce muy bien su papel protagónico y
múltiples responsabilidades en el mundo actual.
La válida
preocupación de la administración del presidente Donald Trump parece ser
la incesante expansión económica y comercial de China, mediante
políticas y prácticas condenables en el concierto mundial, que
ciertamente buscan reemplazar a Estados Unidos en la aldea global de
nuestro tiempo.
La “trampa de Tucídides” mencionada en el
documento chino, se refiere a la tensión que se produce cuando una nueva
potencia reta a otra establecida, que a su vez crea las condiciones
para que estalle una guerra, que en nuestra era, sería de orden
comercial entre los Estados Unidos y China.
El primero en
describir este fenómeno fue el padre de la historiografía científica, el
ateniense Tucídides en su narración de la Guerra del Peloponeso del
siglo V (AC), según la cual “el ascenso de Atenas y el temor que eso
inculcó en Esparta hizo que la guerra fuera inevitable”.
Tucídides
se enfocó entonces en el nerviosismo causado por el vertiginoso cambio
en el balance de poder entre las dos potencias rivales del siglo de
Pericles, Atenas y Esparta.
De acuerdo con Graham Allison de la
Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard, el punto de fondo para
nuestra generación es si China y Estados Unidos pueden evitar caer en la
trampa de Tucídides.
Según Allison, “cuando las partes evitaron
la guerra, se requirió de ajustes enormes y dolorosos en las actitudes y
acciones, no sólo del retador, sino también del retado”.
¡Amanecerá y veremos¡
Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP
andresespinosa@inver10.co