El Banco de la República está emitiendo cada vez más dinero -a través de la compra de dólares y créditos a la tesorería nacional-.

El gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, presentó la semana pasada el último Informe sobre Inflación.

Las noticias no son alentadoras, habida cuenta de que, según el Emisor, la inflación total anual pasó de 3,43 por ciento en junio a 3,79 por ciento en julio, cada vez más lejana de la meta objetivo del 3 por ciento y cada vez más cercana al techo del rango fijado por su Junta Directiva de 2 a 4 por ciento.

La tendencia alcista en materia de precios en Colombia se mantiene imparable por varias razones, algunas de ellas analizadas en ese informe. 

En particular, el Banco Central menciona la incidencia adversa de los choques de oferta de la inflación anual de alimentos del 5,46 por ciento en julio, debido al fatídico cierre de la vía al Llano que comunica a Bogotá con Villavicencio; el impacto adverso de la inflación anual de regulados (servicios públicos y transporte) generado por la crisis de Electricaribe; y las negativas consecuencias del aumento del salario mínimo del 6,0 por ciento para el 2019, definido por encima del costo de vida y la productividad laboral.

El informe sostiene además, que “todas estas alzas, sin embargo, son de naturaleza transitoria y comenzarían a diluirse a partir del cuarto trimestre del año. El pronóstico central sugiere que en 2020 la inflación convergerá gradualmente hacia la meta del 3 por ciento”. 

La autoridad monetaria afirma que “esto ocurrirá en un contexto donde el traspaso de la tasa de cambio seguiría siendo moderado”. 

Al respecto, es forzoso reconocer que el programa de compra de dólares (subastas de acumulación de reservas internacionales) lanzado por la Junta Directiva el 28 de septiembre de 2018 ha contribuido significativamente a devaluar el peso colombiano en 17 por ciento desde entonces, de $2.934 a $3.441 por dólar. 

El Emisor tampoco quiere ver que la actual y preocupante devaluación del peso tiene una repercusión importante en la tasa y en las expectativas de inflación de una economía dependiente en forma incremental de los productos importados y del servicio en moneda extranjera de la deuda externa colombiana. 

Resulta igualmente incomprensible que el Banco de la República pase de largo en los asuntos de su exclusiva competencia inherentes a la política monetaria. 

Sus técnicos entienden perfectamente que si bien la inflación puede obedecer a choques de oferta y demanda, también puede tener origen monetario. A fines de julio, la base monetaria (constituida por billetes y monedas en circulación y depósitos de los bancos comerciales en el Emisor) crece el 12,3 por ciento anual. En el 2018 aumentaba en 7,3 por ciento y en el 2017 lo hacía en 1,0 por ciento. 

En consecuencia, el Banco de la República está emitiendo cada vez más dinero -a través de la compra de dólares y créditos a la tesorería nacional-, lo cual, inexorablemente, se va traducir en mayores niveles de inflación. 

Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo 
Directivo del ICP