El déficit comercial de nuestro país alcanzó el nivel más alto de la historia económica colombiana. Según el Dane, el desequilibrio de la balanza comercial (definida como la diferencia entre exportaciones e importaciones de mercancías) avanzó de 6.293 millones de dólares en el 2014 a 15.907 millones de dólares en el 2015, equivalente a un crecimiento de 152,7 por ciento en el año.
Ante semejante descalabro económico, es conveniente escudriñar las razones del debilitamiento externo del país. Al examinar la balanza comercial de los últimos 25 años, encontramos que Colombia tenía un superávit de 2.676 millones de dólares en 1991, el cual se esfumó como por encanto por la apertura de la época, y en consecuencia, se tradujo en un déficit de 2.556 millones de dólares en 1994. Así, en solo tres años, el deterioro comercial progresó como el cáncer a una velocidad del 196 por ciento.
La triste historia de la apertura del mercado nacional se repite en esta era, como resultado de la rebaja arancelaria implementada en los años 2010 y 2011, que buscaba abrir unilateralmente la economía y aumentar las importaciones, objetivos coronados con singular éxito. En el 2011, el superávit comercial ascendió a 5.538 millones de dólares, el cual se desvaneció en el 2013 para darle paso al creciente déficit en los años siguientes. Equivocadamente, la apertura arancelaria de comienzos de la presente década coincidió con la gradual entrada en vigor de varios TLC, que sumados, desprotegieron de manera deliberada y acelerada la industria manufacturera; ahora pretenden otorgarle igual trato a la agricultura, con una insólita reducción arancelaria.
Dado el inexorable ocaso de las exportaciones del sector minero-energético, nos concentramos en el comportamiento de los otros bienes transables, que es necesario defender y promover: agricultura e industria. El examen de las cifras comparativas de los últimos dos años nos permite concluir que el descuadre de las cuentas externas de 15.907 millones de dólares del 2015, se explica, exclusivamente, por el insostenible déficit comercial de la industria manufacturera de 33.433 millones de dólares, equivalente al 11 por ciento del PIB, el cual es parcialmente compensado por los menguados superávits del sector minero, de 17.167 millones de dólares, y agropecuario, de 292 millones de dólares.
La ausencia de una genuina política de promoción de exportaciones y el voraz apetito importador de la industria nacional son los verdaderos responsables del peor resultado comercial del siglo, impulsados por un modelo de apertura hacia adentro, combinado con la revaluación del peso, observada hasta el 2013, esquema que podríamos bautizar como ‘enfermedad colombiana’.
A nivel de mercados, los mayores desequilibrios comerciales del año pasado se registraron en las balanzas con China (7.298 millones de dólares), EE. UU. (4.929 millones de dólares) y México (2.806 millones de dólares). De lo anterior se concluye que China –nación con la cual no tenemos TLC– explica la mitad del desbalance externo del país.