Las epidemias y las pandemias son similares a los desastres naturales cuando se trata de su impacto económico. El golpe suele ser rápido e inmediato, pero también lo es su recuperación.
La declaratoria de pandemia global y la guerra del petróleo generan una azarosa alerta sanitaria y económica sin precedentes en la historia de la humanidad. Es algo así como si la Gripa Española de 1918 y la Gran Depresión de 1929 se hubieran acoplado para lanzar al mundo moderno a un abismo insondable de salud pública y emergencia económica.
Nadie sabe cuándo tocaremos fondo. Lo que si sabemos es que no podemos quedarnos de brazos cruzados ni perder la esperanza. Las autoridades sanitarias de los 134 países contagiados a la fecha por el coronavirus han tomado múltiples medidas de prevención, contención y mitigación, que deben ser acatadas a pie juntillas por la ciudadanía, incluidas el distanciamiento social, el teletrabajo y las cuarentenas voluntarias y obligatorias. Es previsible que estas prácticas tengan un profundo impacto en la sociedad actual, con secuelas de largo plazo que será necesario aceptar en la medida en que son parte de la solución integral a esta catástrofe global.
Existe una alta probabilidad de que el contagio se extienda y la economía mundial caiga en una recesión. Sin embargo, pese a que no hay forma de predecirlo con certeza, podemos aprender de experiencias anteriores y actuar en consecuencia. Las epidemias y las pandemias son similares a los desastres naturales cuando se trata de su impacto económico. El golpe suele ser rápido e inmediato, pero también lo es su recuperación, una vez se ha conjurado el contagio viral.
En el caso del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS), que apareció en China en noviembre de 2002 y se expandió luego a países vecinos en los meses siguientes, se produjo una fuerte recuperación económica en el trimestre siguiente de su moderación sanitaria. Pese a que no hay garantía de que esto ocurra de la misma manera esta vez, el rebote económico podría darse más en forma de U que en forma de V, después de la contención eficaz del coronavirus. Los bancos centrales y los gobiernos hacen lo propio para garantizar que la liquidez y la solidez financiera permitan que ello ocurra.
Autor Andres Espinosa Fenwarth Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia Liberal no responde por los puntos de vista que allí se expresen.