La primera semana del gobierno de izquierda del presidente Gustavo Petro, confirma el cambio del modelo económico del país, de una economía de mercado a una ideología progresista como motor del accionar del Poder Ejecutivo para el próximo cuatrienio. 

Desde el primer día, la prevalencia de la óptica ambiental, de defensa de la manida ‘casa común’, se han hecho sentir en los nombramientos de las ministras de ambiente y de minas y energía. La ausencia de juego de cintura y la ideología subyacente han sido las notas predominantes de sus declaraciones oficiales, que les impide ver la realidad actual, según la cual priman la independencia y la soberanía energéticas en el concierto mundial. La pandemia y la invasión rusa de Ucrania en Europa cambiaron la ecuación energética global, hasta el punto que los hidrocarburos, el gas y el carbón son las principales preocupaciones de seguridad del mundo entero. Salvo en el país del petrismo radical, que pretende abandonarlas para cederle, irresponsablemente, nuestra soberanía energética a Venezuela. 

La anacrónica visión rural de los años sesenta de la ministra del ramo procura vender la idea que el principal problema agrario es la tierra, pese a que todos sabemos que la politización del Ministerio de Agricultura es responsable por haber impedido la aplicación de una política agropecuaria de largo aliento, de Estado, que convierta la agricultura en un asunto de interés nacional. Para agravar aún más el panorama, el nuevo gobierno prohíbe las exportaciones de ganado en pie, anuncia la expropiación velada del 40% de las tierras ganaderas, relativiza la propiedad rural y fomenta la lucha de clases en el Cauca. 

La ideológica concepción de la economía les impide ver que la combinación de fuerzas del sector primario (agricultura, minas e hidrocarburos), sector secundario (industria y construcción) y sector terciario (servicios, comercio, transporte, comunicaciones, banca y seguros, actividades inmobiliarias, artísticas, profesionales y de administración pública), son el verdadero motor económico nacional. Circunscribir, por razones ideológicas, la economía al sector agrícola, la industria y el gobierno, es un salto al vacío que es menester evitar. 

Autor: Andres Espinosa Fenwarth

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