La suspensión de la aspersión aérea con glifosato de los cultivos de esta droga maldita explica en alto grado el incremento exponencial de la siembra.
El cultivo de hoja de coca en nuestro país pasó de 69.000 hectáreas en el 2013 a 188.000 hectáreas en el 2016, con una tasa de crecimiento del 172,5 por ciento en el periodo. De acuerdo con el embajador de Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker, este “aumento de las áreas de cultivos ilícitos tiene muchas raíces. Una es la terminación de la aspersión aérea, otra es el hecho de que no usamos la aspersión en los últimos dos años en la cantidad que lo hicimos antes”. La razón de fondo que explica el abandono oficial de la aspersión área de los cultivos ilícitos se encuentra en el Acuerdo del Teatro Colón de 2016; allí, las Farc escribieron en piedra que “en cualquier caso en que haya erradicación esta debe ser manual”. En otras palabras, la suspensión de la aspersión aérea con glifosato de los cultivos de esta droga maldita explica en alto grado el incremento exponencial de la siembra y la transformación de Colombia en el primer productor mundial de coca.
Ahora bien, conviene evocar que el glifosato es el herbicida selectivo de amplio espectro más usado y eficaz del planeta para inhibir el crecimiento de plantas indeseadas. Actualmente, el glifosato –producido por 91 empresas en 20 países– tiene registro sanitario y uso autorizado en al menos 130 naciones. En Colombia, según el Instituto Colombiano Agropecuario y la Policía Nacional, el 10 por ciento del glifosato se ha utilizado en el Programa de Erradicación de Cultivos Ilícitos, mientras que el 90 por ciento restante se aplica, desde 1972, como madurante en los cultivos de caña de azúcar y como herbicida matamalezas en café, arroz, plátano, maíz, palma, algodón, frutales y verduras.
El Comité de Evaluación de Riesgos de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas, responsable por la elaboración de los dictámenes oficiales respecto de los riesgos que plantean las sustancias químicas para la salud humana y el medioambiente, concluyó, recientemente, que “las pruebas científicas disponibles no cumplen los criterios para clasificar el glifosato como cancerígeno, mutágeno o tóxico para la reproducción”.
De manera sesgada y preocupante, la sólida evidencia científica del Viejo Continente fue desestimada por la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional, que en su Sentencia T-080/17 advirtió, equivocadamente, que “ante la evidencia de los potenciales efectos cancerígenos que tiene el uso del glifosato (…) se puede poner en peligro no solo a las comunidades sino al medio ambiente en su conjunto”. La Corte sentenció, también erradamente, que “en este caso se reúnen los requisitos para dar aplicación al principio de precaución en materia ambiental y para proteger el derecho a la salud de las personas”, a fin de “prohibir que en adelante, se use o se retome el uso del herbicida glifosato en el programa de erradicación de cultivos ilícitos en forma de aspersión aérea”.
¡Sin aspersión aérea de glifosato, habrá mar de leva de coca colombiana!
Andrés Espinosa Fenwarth
CEO de Inverdies
andresespinosa@inver10.co