El presidente de la Andi, Bruce Mac Master, sorprendió al país en una reciente entrevista publicada por el diario La República, al reconocer que “Colombia necesita la definición clara y explícita de una política industrial que fortalezca la producción nacional”. Esto solo es posible, añadió Mac Master, “con la actuación decidida del Estado y del sector privado para ser estratégicos y desarrollar una agenda de competitividad”.

Mac Master -antiguamente de la entraña de la Administración Santos como  alto consejero para la prosperidad- reconoció con voz autorizada e independiente que “somos muy ingenuos, creemos que el mercado soluciona todo”. Mensaje subliminal dirigido al equipo neoliberal de gobierno, que desde sus orígenes le dio rienda suelta a la apertura unilateral de los mercados, representada por una reforma arancelaria innecesaria y equivocada que pretendía liberalizar la agricultura y la industria en medio de la entrada en vigencia de los TLC con Estados Unidos, Canadá, México y la Unión Europea.   

Mac Master redondea su faena gremial con una propuesta que los empresarios esperaban hace años de la Andi: transformar el Ministerio de Comercio en uno de Industria, o crear uno nuevo, como planteamos en columnas anteriores. La realidad es que esta entidad oficial, que surgió de la descaminada fusión de los Ministerios de Desarrollo Económico y de Comercio Exterior realizada hace 12 años, luce como un buey cansado, sin objetivos claros ni derroteros de largo aliento, acordes con las exigencias relacionadas con la desindustrialización nacional, que contados burócratas y analistas desean reconocer. 

En opinión de Anif, Colombia ha experimentado un proceso de desindustrialización entre los años 1975 y el 2013, medido como la relación entre valor agregado y el PIB, cuyo indicador pasó del 24 por ciento al 12,6 por ciento en el periodo. En materia de empleo, la manufactura contribuía con el 25 por ciento del empleo en los años setenta, ahora solo aporta el 13 por ciento. 

La desindustrialización nacional se origina por la interacción de cuatro elementos: 1) progresivo deterioro forjado por los diversos estadios de desarrollo económico, que favorecen el crecimiento de la economía de servicios, en detrimento de los sectores reales de la economía, agro e industria; 2) choques externos que presionan el alza de los precios internacionales de los productos básicos de origen minero-energético, que, a su vez, dan pie a la enfermedad holandesa resultante del influjo de divisas internacionales; 3) cuellos de botella ligados al ´costo país´ encarnado por las deficiencias en infraestructura, elevados costos de transporte y logística que degradan la competitividad de la industria nacional; 4) ausencia de una política industrial.

 

Mac Master termina afirmando que, en su criterio, el presidente Santos “apoyaría una iniciativa de esta naturaleza”. ¡Le llegó la hora al Ministerio de Industria!