Los responsables de la cosa pública deberían mirar más allá de la política monetaria y fiscal.
El Foro Económico Mundial, que mide la competitividad de los países desde hace 40 años, la define como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”.
El Informe de Competitividad Global 2019-2020, cuya última edición comprende 141 economías representativas del 99 por ciento del PIB mundial, evalúa estos países a través de 12 pilares y 114 indicadores. Esta herramienta es de gran valía para que los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil y empresarial puedan trabajar en favor de la productividad y la prosperidad nacional.
El análisis comparativo entre
países les permite a los hacedores de las políticas públicas evaluar las
áreas que necesitan fortalecerse y construir con ello una nueva agenda
económica y de competitividad para economías en crecimiento sostenible e
incluyente, que brinden oportunidades para todos, especialmente ahora
que la recesión asoma ominosamente sus orejas en el año 2020.
Por
primera vez en una década, Colombia mejoró tres casillas en el
escalafón de la competitividad mundial, al pasar del puesto 60 al 57.
Su
importancia radica en el cambio de tendencia y confirma que el país va
por el camino correcto hacia la recuperación de la competitividad
perdida. La principal mejora tiene que ver con la estabilidad
macroeconómica, y en particular, con la inflación, cuyo registro pasó
del lugar 108 al 1 este año.
El segundo indicador que avanza de
manera espectacular es la brecha crediticia o diferencia entre la
relación de crédito / PIB y su tendencia de largo plazo, la cual saltó
del escaño 33 al 1 en el periodo, reflejo de la solidez bancaria
colombiana, que a su vez avanzó del puesto 35 al 27 este año.
En materia de retrocesos, preocupa el desplome en la transparencia presupuestal oficial, la cual retrocedió del lugar 4 al 45.
El
Informe del Foro Económico Mundial de este año incluye nuevos pilares
que miden la futura orientación de los asuntos de gobierno, que deberían
ser objeto de análisis adicionales.
La clasificación de nuestro
país es pobre en cuanto a las garantías de estabilidad de las políticas
públicas (101), los tratados vigentes en materia ambiental (107), la
respuesta gubernamental al cambio (95) y su visión de largo plazo (84),
la regulación estatal en energía renovable (80) y la eficiencia
energética (69).
El Consejo Privado de Competitividad lanzará su
Informe Nacional de Competitividad 2019-2020 el 6 de noviembre, el cual
incluye sus propios análisis y recomendaciones con reportes
referenciales generados durante el año, que nos permitirán medirle el
pulso a la competitividad colombiana.
De análoga manera, los
formuladores de política y los cacaos empresariales podrán valorar las
sugerencias para aumentar la competitividad y preparase para los vientos
recesivos que se avecinan.
Así las cosas, los responsables de
la cosa pública deberían mirar más allá de la política monetaria y
fiscal, con inversiones e incentivos para apuntalar el crecimiento
económico y la productividad.
Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP
andresespinosa@inver10.co