Mike Dwyer, director de la oficina de Análisis Global del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, publicó recientemente las proyecciones agropecuarias para la próxima década. La esencia del análisis se concentra en los principales factores que determinan el comportamiento global de la agricultura hasta el año 2024.

Dywer recordó que la economía global salió bien librada de la peor recesión de nuestro tiempo, especialmente en los países en desarrollo. Como consecuencia de ello, el ingreso de los consumidores y el número de hogares de clase media se está expandiendo rápidamente. Para el 2024, estos podrían sobrepasar los 600 millones, prácticamente el doble de los núcleos familiares de hoy. El crecimiento de la clase media que sale de la pobreza se origina esencialmente en China, India, Brasil y Rusia.

En Colombia, el Departamento de Agricultura estadounidense proyecta un crecimiento de dos millones de hogares que engrosarán la clase media en el 2024, equivalente a una tasa de crecimiento del 40 por ciento en el periodo. Este vertiginoso aumento de nuevos consumidores impactará la demanda de alimentos a nivel nacional. Al evaluar lo anterior en una perspectiva a 10 años –asumiendo cuatro personas por cada hogar–, deducimos que el aumento proyectado de la clase media colombiana podría representar una demanda adicional de 152 mil toneladas de carne de bovino; 216 mil toneladas de pollo y 54 mil toneladas de carne de cerdo.

Podríamos realizar un análisis similar para otros sectores y la conclusión sería la misma: la agricultura colombiana enfrentará condiciones favorables de demanda, que debería digerir y traducir en una ampliación de la frontera agrícola que permita abastecer el mercado nacional e incrementar sus exportaciones.

De regreso a las proyecciones agrícolas para el 2024, vale la pena destacar la destorcida del dólar de EE. UU., que recién inicia su camino de regreso a las tasas de cambio de comienzos de la década pasada. Para aquellos que siguen los asuntos del agro, bien saben que existe una relación inversamente proporcional entre el valor del dólar y los precios de los productos básicos agrícolas, que por lo general son denominados en términos de la divisa estadounidense.

El fortalecimiento del dólar intensificará el descenso de las cotizaciones internacionales de los productos agrícolas en la siguiente década, generado inicialmente por la desaceleración de China. Para Colombia, el retorno a la normalidad cambiaria es una buena noticia, dado que la devaluación del dólar ha molido la competitividad desde el 2003. No obstante, la caída de los precios internacionales agrícolas presionará aún más los márgenes operativos de los productores en la próxima década, afectados actualmente por el incremento en los costos de los insumos.

Las proyecciones agrícolas para el 2024 son de optimismo moderado. Sin embargo, dependerá de nosotros mismos aprovechar, o dejarnos vencer por los vientos cruzados que se avecinan.