Naciones Unidas estiman que el valor de la producción potencial de cocaína exportada asciende a 16,5 billones de pesos anuales.
El enfoque de intervención territorial de la Ruta Futuro, que define los pilares de la política contra las drogas ilícitas de la administración del presidente Iván Duque, frenó en seco el crecimiento exponencial de los cultivos de coca engendrado por el Acuerdo de Paz y propició, por primera vez en esta década, el descenso de las siembras de este alcaloide en Colombia.
Así lo confirma la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en su Informe de Monitoreo de Cultivos Ilícitos 2019, el cual certifica la reducción de 9 por ciento de los cultivos de coca de 169.000 hectáreas en 2018 a 154.000 hectáreas en 2019.
Estos resultados son la consecuencia directa de la combinación de la interdicción e incautación de 433 toneladas de cocaína, destrucción de 5.461 laboratorios y erradicación manual de 100 mil hectáreas de cultivos de hoja de coca el año pasado.
A pesar de la reducción de las siembras de coca evidenciada desde agosto de 2018, hay más coca que a comienzos de la presente década, el punto más bajo en los anales de los cultivos ilícitos del país, habida cuenta de que la producción de cocaína subió de 1.120 toneladas en 2018 a 1.137 toneladas en 2019.
Los datos más recientes confirman que las regiones del Pacífico y el Catatumbo aportan las dos terceras partes de la producción cocalera colombiana, equivalente al doble de lo producido en Bolivia.
Las razones que explican este fenómeno de más coca con menos área tienen que ver con el aumento de la productividad de los cultivos cocaleros.
De acuerdo con las Naciones Unidas, el rendimiento de la hoja fresca de coca pasó de 4,7 toneladas por hectárea al año en 2014 a 5,8 toneladas en 2019, correspondiente a un crecimiento de 23 por ciento en el periodo.
Los dos factores que explican el aumento de la productividad cocalera en el país son la presencia de lotes cada vez más estables y productivos amparados por la suspensión de la aspersión aérea con glifosato ordenada erróneamente por el Consejo Nacional de Estupefacientes en mayo de 2015.
El otro ingrediente que determina este comportamiento perverso de la productividad es el mejoramiento agronómico de los cultivos cocaleros implementado por los carteles mexicanos, mediante la siembra de nuevas variedades mucho más resistentes al clima y las plagas, fertilización, control de malezas y reubicación en sectores estratégicos para facilitar el ingreso de los insumos químicos y el transporte de cocaína.
Las Naciones Unidas estiman que el valor de la producción potencial de cocaína exportada asciende a 16,5 billones de pesos anuales, equivalentes al 28 por ciento del PIB agrícola de Colombia. De esta cuantía, el 68 por ciento, es decir, 11 billones de pesos, se queda en la molienda entre las zonas nacionales de producción cocalera y los puertos de salida del territorio nacional.
De esta manera, el cultivo y el procesamiento de la coca continúan siendo una poderosa amenaza para la seguridad nacional de Colombia.
Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
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