De acuerdo con un análisis del Financial Times de las encuestas realizadas antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, a boca de urna y después del 3 de noviembre, Joe Biden ganó la carrera presidencial de Estados Unidos en el momento mismo en que Donald Trump perdiera el apoyo entre los votantes blancos sin título universitario que lo llevaron a la Casa Blanca en 2016. 

El presidente Trump también parece haber cedido terreno entre los hombres blancos y las mujeres blancas con educación universitaria. Los electores no blancos con educación universitaria, que favorecen a los demócratas, se mantuvieron prácticamente sin cambios en sus patrones de votación en comparación con 2016. Sin embargo, los sufragantes minoritarios sin educación universitaria aumentaron su apoyo a Trump del 20% al 25%. Estos datos sugieren que el nivel de educación se está convirtiendo en una división electoral cada vez más importante en Estados Unidos, incluso por encima de la identidad racial como promotor de los patrones de votación. 

Trump perdió terreno con los ciudadanos de mayor edad, pero no con los más jóvenes. En los meses previos al 3 de noviembre, los estadounidenses de edad avanzada, que corrían mayor riesgo de contagio del coronavirus, mostraron signos evidentes de desaprobación respecto del manejo de la pandemia por parte del presidente Trump, falencia que fue estratégicamente aprovechada por la campaña demócrata. Los datos sobre los electores más jóvenes son menos robustos, porque representan una proporción menor del electorado; no obstante, en promedio, las cifras sugieren que el grupo de 18 a 29 años, que es fuertemente demócrata, no cambió significativamente de partido en 2020. 

Por último, la evaluación del patrón electoral estadounidense confirma la creciente polarización política. 

Cuando Bill Clinton ganó las elecciones presidenciales en 1992, dos tercios de los votos se emitieron en condados que estaban divididos de manera uniforme entre demócratas y republicanos. Desde entonces, el centro, políticamente hablando, se ha ido vaciando hacia los costados; es decir, se ha radicalizado hacia los extremos conservadores republicanos o liberales demócratas con influencia socialista.