La costumbre de dar regalos se origina en la celebración pagana de Saturno, el dios de la agricultura en la antigua Roma, que tenía lugar a finales del año. Los regalos se intercambiaban para desear buena fortuna para la siguiente cosecha. Según el Nuevo Testamento, después del nacimiento del niño Jesús, los tres reyes magos viajaron a Nazareth con ofrendas y regalos de incienso, oro y mirra para el nuevo rey de los judíos. Con el pasar de los tiempos, el cristianismo se apropió de esta tradición, y desde entonces, evolucionó hasta lo que hoy conocemos como Navidad. 

La entrega de regalos también puede provenir de San Nicolás, un niño que habitaba en la región de Licia en el sudeste de Turquía en el siglo VI. Al quedar huérfano, San Nicolás heredó una fortuna y se convirtió en un bondadoso sacerdote que ayudaba a los pobres y desamparados. Alguna vez introdujo sus regalos por una chimenea, los cuales quedaron atrapados en las medias de sus moradores, ubicadas allí para secarlas después de lavarse, dando origen a Papa Noel y a las botas Navideñas. 

La costumbre de dar regalos en Navidad despegó en Estados Unidos en 1820. En 1867, Macy’s de Nueva York estaba abierto hasta la medianoche en la víspera de Navidad. La entrega de regalos se hizo popular cuando la Navidad se convirtió en una celebración nacional. En Colombia, la tradición navideña se remonta a comienzos del siglo pasado, como una mezcla de celebración religiosa y laica, con intercambio de regalos el 24 o el 25 de diciembre. 

Los regalos tienden a focalizarse en el momento en que se abren, mientras que para los destinatarios ese instante es solo el comienzo de su experiencia navideña. En la Batalla de las Navidades (1988) del historiador Stephen Nissenbaum, el autor argumenta, con razón, que “en esta época del año, se desperdician mundos de dinero en conseguir cosas que nadie quiere y que a nadie le importan después de conseguirlas”. 

En esta Navidad, sea práctico y concéntrese en regalos útiles para su destinatario. 

¡Feliz Navidad!