La democracia española navega aguas procelosas por cuenta de la presidencia del gobierno socialista de Pedro Sánchez, quien está dispuesto a pactar hasta con el diablo con tal de quedarse en La Moncloa. 

Resulta bochornoso que se negocie el abandono de la “indisoluble unidad de la Nación española” consagrada en el articulo 2 de la Constitución de 1978, como lo hace Sánchez a través de su vicepresidencia segunda, Yolanda Díaz con Carlos Puigdemont, ex presidente de la Generalidad de Cataluña, condenado y prófugo de la justicia española desde 2017. 

Las extraviadas exigencias de Puigdemont, transmitidas desde un hotel cercano a la sede de la Comisión Europea en Bruselas, incluyen el “respeto a la legitimidad del independentismo catalán”, “el abandono completo y efectivo de la vía judicial” contra los independentistas y la creación de un “mecanismo de verificación” del cumplimiento de los acuerdos. Puigdemont fue mucho más allá al desconocer groseramente la Constitución española, al reclamar como “únicos limites los definidos por los acuerdos y los tratados internacionales”. 

Puigdemont también exige de manera perentoria que el catalán sea designada lengua oficial, tanto para las sesiones formales de la Comisión Europea en Bruselas como en la sesión de investidura en el Congreso de los Diputados en Madrid, asuntos estos que se encuentran en marcha acelerada por parte del gobierno socialista de Sánchez. 

La hidra de dos cabezas de la peligrosa deconstrucción de España que Puigdemont le propone a Sánchez a cambio de los 7 votos requeridos para garantizar su investidura presidencial, son la amnistía tramitada antes de la votación de investidura y el referéndum independentista convocado durante el nuevo gobierno. Ambas propuestas son totalmente contrarias a la Constitución de 1978. 

La amnistía socava los cimientos de la Transición Democrática española al romper el espíritu y la letra de la Constitución de 1978, que no la contempla en su articulado. En cuanto al derecho de autodeterminación y el referéndum independentista catalán, son propuestas que riñen con el carácter indivisible la Nación Española, contemplado en el artículo 2 de la Carta Magna.