Finlandia ha tenido un 90 por ciento menos muertes por coronavirus per cápita que sus pares nórdicos. Su economía también se contrajo menos en la primera mitad de 2020 que en los demás países escandinavos. Mientras el resto de Europa se preocupa por un fuerte rebrote, Finlandia tiene una de las tasas de contagio más bajas del mundo.
Cabe preguntarse, entonces, ¿qué hizo Finlandia para lograr el mejor de los mundos, bajo contagio de Covid-19 y menor impacto económico ligado a la cuarentena? De acuerdo con el Financial Times, el enfoque de Finlandia -similar al danés y al noruego- consistió en cerrar rápida pero no totalmente su economía para controlar la pandemia y luego reabrirla velozmente después de un par de meses. El cierre nunca fue absoluto y la apertura se aceleró durante el verano; esto puede explicar el positivo efecto en la economía, que fue menos severo, sostuvo Mika Salminen, director de seguridad sanitaria de THL, la agencia finlandesa de expertos en salud.
En Colombia hicimos lo contrario. El aislamiento ha sido total y prolongado, especialmente en la capital de la República. El resultado en materia epidemiológica no ha sido el mejor; más grave aún, la reactivación implementada por alcaldes y gobernadores ha sido lenta -demasiado lenta- con lo cual se agravó la negativa repercusión económica y social de la cuarentena.
Según Pekka Nuorti, profesor de epidemiología en la Universidad de Tampere, cuando se implementaron las restricciones en Finlandia, los cambios en el comportamiento de la población fueron inmediatos, de suerte que se redujo en tres cuartas partes el contacto social entre las personas. Pekka sostiene, con razón, que “una pandemia es realmente un espejo del funcionamiento y la organización de una sociedad en su conjunto”.
En Colombia, país con un nivel de informalidad del 46 por ciento, el coronavirus ha sacado a relucir la fragilidad de nuestra economía, particularmente en el mercado laboral, con tasas de desempleo, inactividad y pobreza sin antecedentes. Resulta evidente que la reanudación plena de la actividad económica, con autocuidado extremo, deben ser una prioridad.