Standard & Poor’s redujo en forma equivocada la calificación soberana de Colombia y en consecuencia le retiró el grado de inversión asignado hace una década. La determinación de la agencia calificadora de riesgo norteamericana se fundamentó, según el comunicado oficial, “en un contexto de elevadas presiones de gasto, que se ha traducido en una probabilidad significativamente menor de que Colombia mejore su posición fiscal luego de un deterioro reciente y marcado”. 

S&P esperaba que “la reforma fiscal se diluyera durante el debate del Congreso, pero que derivara en algunos ingresos corrientes adicionales y permanentes. En cambio, se encontró con una marcada oposición política y protestas de algunos segmentos de la población”. 

Pese a que el mercado y algunos analistas financieros habían anticipado la posible pérdida de grado de inversión para el último trimestre del año, la mayoría coincide en que S&P se apresuró en su determinación por la expectativa de un ajuste fiscal más gradual y prolongado procedente del retiro de la reforma tributaria y del negativo impacto económico y social de la pandemia. 

En opinión de Carlos Gustavo Cano, excodirector del Banco de la Republica, la modificación en la calificación del país “indica un prejuicio de esta calificadora de riesgos sobre la capacidad del Gobierno de suplir el fallido proyecto de reforma tributaria con un camino alternativo, que está diseñando el idóneo equipo económico en cabeza del ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo”. 

Para la calificadora de riesgo S&P, primaron, erradamente, las consideraciones coyunturales y de corto plazo vinculadas con el retiro del proyecto de ley de ingreso solidario y su contrapartida tributaria, en lugar de privilegiar, con objetividad, las limitaciones políticas actuales y las perspectivas de mediano y largo plazo de la economía nacional. S&P tampoco tuvo en cuenta el estricto cumplimiento de las obligaciones financieras de Colombia, incluso durante las profundas recesiones económicas de los últimos tiempos. 

La determinación de S&P es la prueba reina de su desconexión con la nueva normalidad global creada por la pandemia y del doble estándar aplicado en sus descalificaciones de riesgo.