Resulta irracional, e incluso ingenuo, pensar que recibiremos ‘compensaciones por dejar enterradas las reservas de carbón’.

Colombia es el primer productor de carbón térmico para la generación de energía y procesos termoeléctricos de América Latina y el doceavo en el mundo, con una producción promedio anual de 84 millones de toneladas. El carbón térmico de nuestro país -reconocido internacionalmente por su elevado contenido calórico y reducida presencia de azufre, cenizas y humedad- contribuye con el 37% de la economía del Cesar y el 44% de La Guajira.

Nuestro país es el quinto exportador mundial de carbón térmico con exportaciones promedio, en la última década, de 82 millones de toneladas y una generación de divisas de US$6 mil millones anuales. Los principales destinos de exportación de Colombia, cimentados en contratos de largo plazo, son Asia con el 45%, Latinoamérica con el 37% y Europa con el 18%.

Colombia es el primer productor regional de coque y carbón metalúrgico usado para la producción de acero, y el tercero en el planeta después de China y Polonia, con 4,5 millones de toneladas. Colombia es, además, el tercer exportador global de esta tipo de carbón, con 3,3 millones de toneladas y US$240 millones en divisas anuales.

En los municipios donde se explota el carbón, las Necesidades Básicas Insatisfechas se han reducido de 57% a 24% entre 1993 y 2019. Las regalías del carbón fluctúan entre 2,5 y 4 billones de pesos anuales, dependiendo del precio y volumen exportado. Ocho de cada 10 pesos que recibe el país en regalías mineras provienen del carbón. La inversión extranjera directa del carbón asciende a US$13.320 millones en los últimos 10 años.

La minería del carbón en Colombia cumple con las normas laborales, seguridad industrial, salud ocupacional, licenciamiento ambiental, social y gravámenes tributarios. Colombia es, por tanto, una potencia económica mundial, social y ambientalmente sostenible de carbón.

Actualmente, según la Agencia Colombiana de Minería, el carbón es la principal fuente de generación de energía a nivel global, y lo seguirá siendo por varios años más. El nuevo orden político, económico, energético y de seguridad global, derivado de la invasión rusa a Ucrania y las sanciones de occidente en su contra, han obligado a Alemania, Austria y Holanda y al resto de Europa, a reducir su dependencia del gas ruso y regresar a la generación de electricidad a base de carbón.

Esta es la realidad que el presidente electo, Gustavo Petro, sus correligionarios y los ambientalistas radicales de la Comisión de Empalme de Minas y Energía, deben aceptar para actualizar el anacrónico, equivocado y sesgado entendimiento que tienen de este sector, tan importante para la economía nacional.

Resulta irracional, e incluso ingenuo, pensar que recibiremos ‘compensaciones por dejar enterradas las reservas de carbón’; y decididamente erróneo prohibir la gran minera a cielo abierto del Cesar y La Guajira, como propone, sin fundamento técnico, el Plan de Gobierno 2022-2026.

ANDRÉS ESPINOSA FENWARTH
Miembro del Consejo Directivo del ICP
andresespinosa@inver10.co