Al examinar las intervenciones de Francia, y dejando de lado el inadmisible maltrato al idioma oficial de nuestro país, el español… resulta evidente el discurso incendiario contra el empresariado colombiano.
La fábula de la rana y el escorpión cae como anillo al dedo para explicar lo que ocurre al interior del Pacto Histórico. En esta parábola, el escorpión le pide a la rana que lo cargue para cruzar el río; la rana le dice —¿cómo sé que no me picarás? —. El escorpión responde: —porque haría que ambos nos ahogáramos—. La rana acepta el reto y a la mitad del río, el escorpión pica a la rana y comienzan a hundirse. Cuando la rana le pregunta —¿por qué lo hiciste si los dos vamos a morir?—. El escorpión le responde —esa es mi naturaleza—. La moraleja política de la historia es sencilla: las personas son fieles a su naturaleza sin importarles las consecuencias de sus actos, incluso si con ellos se hacen daño a sí mismos o a su entorno.
Esta tragicomedia explica lo sucedido con la designación de la lideresa caucana, Francia Márquez, como fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro. El reciente comunicado del expresidente, César Gaviria, director del Partido Liberal, considera inaceptable —con razón— “las declaraciones groseras, falsas y malintencionadas” de la candidata a la vicepresidencia de la República del Pacto Histórico. El expresidente Gaviria denuncia que es la segunda vez que la elegida por Petro para acompañarlo en la fase decisiva de la campaña presidencial se expresa en esos términos, a pesar de las advertencias hechas por el jefe liberal para que estos improperios no se repitieran.
Al examinar las intervenciones de Francia, y dejando de lado el inadmisible maltrato al idioma oficial de nuestro país, el español, con alusiones como “primer damo, los nadies y las nadies, todas y todes, los mayores y las mayoras, los ancestros y las ancestras”, resulta evidente el discurso incendiario contra el empresariado colombiano. Después de las marchas en el valle geográfico del Cauca, Francia sostuvo, con hondo desconocimiento de la realidad productiva regional, que “dejamos de ser dueños para volvernos esclavos de los ingenios azucareros”.
Con esa torpe visión de país, se hunden la rana y el escorpión.