En eso están los integrantes del Comité Nacional del Paro y la autodenominada Bancada Alternativa comandada por el Partido de la Farc.

Después del fracaso de la insurrección alemana en 1921, Lenin manifestó que era necesario ponerle punto final a la idea del asalto para reemplazarla por el asedio. 

En eso están los integrantes del Comité Nacional del Paro y la autodenominada Bancada Alternativa comandada por el Partido de la Farc y sus correligionarios: el cerco político de la sociedad colombiana para deconstruir al país, consolidar su hegemonía y convertirnos en una nación socialista a imagen y semejanza de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

La fuerza motriz de su accionar es la anarquía total, como recomendaba Bakunin –político y agitador revolucionario ruso del siglo XIX– fundamentada en la desobediencia social de las leyes y normas establecidas por el Gobierno Nacional. 

No de otra forma se podría interpretar la atropellada conducta de estos anarquistas que, acaballados en la minga indígena, transgreden abiertamente las directivas gubernamentales contenidas en el Decreto 1168 de 2020, por medio del cual el Ejecutivo decretó el aislamiento selectivo con distanciamiento individual responsable e impartió instrucciones concretas para mantener el orden público durante la pandemia sanitaria. 
En particular, el artículo 5 de la medida de marras incluyó entre las actividades no permitidas, todos los eventos de carácter público o privado que impliquen aglomeraciones. 

Es más, el Gobierno determinó en el parágrafo primero de este articulado, que en ningún municipio del territorio nacional se pueden habilitar espacios o actividades presenciales que se traduzcan en aglomeraciones de 50 o más personas.

Pese a estas prohibiciones –expresas y explícitas– la Alcaldía Mayor autorizó la congregación, esta semana, de miles de indígenas en la Plaza de Bolívar y en el Palacio de los Deportes de Bogotá, con lo cual pone en riesgo de contagio letal a la ciudadana capitalina, incumple lo dispuesto en esta normativa y se expone a las sanciones previstas en el artículo 10.

Como diría Voltaire, al prohijar el paro nacional de hoy en medio de un eventual rebrote de covid-19, trescientos mil casos confirmados y 7.350 fallecidos en Bogotá, la alcaldesa se precipita hacia un mayor error con más rapidez que los ríos corren hacia el mar. 

Nos preguntamos, entonces ¿cómo no concluir lo anterior, especialmente después de leer el aviso pagado por los promotores del paro y publicado en los principales diarios de circulación nacional el pasado domingo, en el cual hacen un llamado contradictorio a la ciudadanía para que salga a la calle a “exigir vida y democracia” en un país democrático, y al mismo tiempo, la expongan a la aceleración del contagio y muerte fortuita a manos del coronavirus? 

Es evidente que los patrocinadores del paro desconocen que las masacres de líderes sociales, antiguos guerrilleros de las Farc, afros e indígenas a que hacen alusión en su panfleto tienen relación estrecha con el narcotráfico y la legalización de los cultivos ilícitos del acuerdo de paz. Razón suficiente para ponerle fin al paro y a la consecuente anarquía que genera.

Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP
andresespinosa@inver10.co