No podemos pretender que haya empresarios, mientras se desconoce su función y su trascendental aporte a la economía y la sociedad colombiana.
La concepción binaria, simplista, de la economía del presidente Gustavo Petro, circunscrita a una economía popular que abarque exclusivamente la industria y la agricultura, deja al margen 85% de la economía colombiana.
Su obsesión por la producción como único medio generador de riqueza se enfoca en su democratización y descarbonización. Los demás sectores de la economía nacional -minas e hidrocarburos, construcción y servicios, comercio, transporte, comunicaciones, banca y seguros, actividades inmobiliarias, artísticas y profesionales- no son considerados productivos, no son vistos como generadores legítimos de riqueza; son percibidos como ‘necesarios’ para que exista producción. En otras palabras, los sectores marginados, que mueven la economía nacional, no son una prioridad para la evolución de la economía popular petrista; quizás son contemplados como un mal necesario.
El empresariado es relegado a un segundo plano. En agricultura, la prioridad son los campesinos sin tierra, los indígenas y las etnias. La economía agrícola familiar, de subsistencia, artesanal, es la única preocupación de la política rural. No se escucha ni una sola palabra a favor de la agricultura comercial de escala, exporta productos sostenibles de la agricultura nacional, con evidente éxito empresarial.
En EE. UU., los empresarios son reconocidos y ensalzados por su contribución a la generación de riqueza. ¿La razón? Según Max Weber, sociólogo, economista, historiador y político alemán del siglo pasado, la filosofía protestante en EE. UU. permite que el amor al trabajo, la honradez, el ahorro y el apego a lo material fortalezcan el relacionamiento entre empresarios y trabajadores, todos a una, como en Fuenteovejuna. Desde la visión de la economía popular petrista, se genera un clima poco favorable al desenvolvimiento de la actividad empresarial, del emprendimiento, que son el nervio central de la innovación, de una clase media pujante y de una economía en desarrollo como la nuestra, que hoy crece a las tasas más altas del planeta.
Para que haya empresas, se necesitan empresarios. Para que haya empresarios, el clima de los negocios debe prosperar en un ambiente de estabilidad jurídica y económica, y no de zozobra como ocurre actualmente. Enfrentamos un entorno empresarial afectado por la relativización anticonstitucional de la propiedad privada y la amenaza de una reforma tributaria confiscatoria, que pone en jaque al sector productivo, especialmente al tejido de la clase media empresarial, que ve con estupor los nubarrones que se avecinan y que comprometen el trabajo honesto de toda una vida.
No podemos pretender que haya empresarios, mientras se desconoce su función y su trascendental aporte a la economía y la sociedad colombiana. Los empresarios no pueden ser vistos como simples ‘transferidores de valor’. No. Los empresarios, su inventiva y capacidad empresarial son la esencia de la economía del país, arquitectos del devenir económico, del porvenir de nuestra nación. Su reconocimiento debería ser, entonces, una prioridad.
Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
andresespinosa@inver10.co
Héctor Gutiérrez P.
Una persona como Petro, que siempre ha vivido del Estado y de No se sabe que otras fuentes de ingreso ha tenido, para llegar a ser poseedor de una riqueza ya reconocida por su patrimonio y gastos ostentosos, además de No saber cómo se crea y se impulsa una Empresa, No saber cuánto esfuerzo implica pagar una Nómina de Empleados con sus prestaciones angustiosas, es absolutamente seguro que No tiene ni conocimiento real, ni autoridad moral (?) para imponer a las Empresas condiciones tan gravosas y desproporcionadas como las que está pregonando en su Reforma Fiscal. Los empresarios del País necesitan quién los auxilie y defienda de los males que están gestando desde el Gobierno para toda Colombia. No hay ningún Pais del Mundo que sea viable si No tiene Industria y Empresarios.