El profesor Jeremy Bailenson de la Universidad de Stanford recientemente examinó las consecuencias psicológicas de pasar varias horas al día haciendo zoom e identificó las cuatro consecuencias que contribuyen a la novel sensación conocida como la ‘fatiga del zoom’. En estos tiempos de pandemia, ‘hacer zoom’ se ha vuelto un verbo genérico que reemplaza a la videoconferencia.

La primera secuela negativa del zoom tiene que ver con la cantidad excesiva de contacto visual con los participantes, sean colegas o familiares. El tamaño de las caras en las pantallas no es, por supuesto, natural. En segundo lugar, verse a sí mismo durante las videoconferencias, constantemente y en tiempo real, también fatiga, disminuye la concentración y la claridad del mensaje que se pretende dar. En tercer término, el zoom reduce drásticamente nuestra movilidad habitual, la cual se sujeta tecnológicamente a un campo visual muy estrecho. En cuarto lugar, la carga cognitiva durante las videoconferencias, por lo general de varias horas, es mucho mayor que en las reuniones presenciales, lo cual reduce la capacidad de absorción de los participantes.

Para contrarrestar la ‘fatiga del zoom’, Bailenson recomienda salir de la opción de pantalla completa y reducir la dimensión de la ventana para minimizar, o incluso ocultar, la cara. Sugiere también usar un teclado externo para crear una burbuja de espacio entre uno mismo y la cuadrícula del video. En los casos en los cuales el video sea indispensable, aconseja asegurarse que la cabeza esté bien enmarcada dentro del centro del video.

A nivel empresarial, se observan otro tipo de actuaciones para contrarrestar la ‘fatiga del zoom’. Jane Fraser, presidente de Citigroup, prohibió, mediante memorando interno, las videollamadas los días viernes, que ahora llaman Zoom-free Fridays. Goldman Sachs, JP Morgan y otros bancos de inversión de Nueva York planean tomar ventaja de los avances de la vacunación masiva para regresar a sus oficinas a mediados del año. Al parecer, para este sector de la economía, el teletrabajo, especialmente en la fase de aprendizaje, la ineficacia ha sido la norma y no la excepción.

¡Bienvenida la presencialidad laboral!