La espada de Damocles es una metáfora de origen griego que se utiliza en nuestra era para identificar una amenaza que pende, ominosa, sobre nuestras cabezas. La reciente revisión de la perspectiva económica colombiana, de estable a negativa, por parte de la calificadora de riesgo, Fitch, prendió las alarmas en torno a uno de sus principales determinantes: el persistente déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos de nuestro país, que si bien asomó inicialmente las orejas en el 2001, el desplome de los precios del petróleo la agravó desde el 2013.
Para una mejor comprensión de este asunto, cabe mencionar que la balanza de pagos de Colombia es un registro contable de todas sus transacciones económicas con el resto del mundo que engloba dos partidas gruesas: la cuenta corriente y la cuenta de capitales. La cuenta corriente incluye las exportaciones e importaciones de bienes y servicios. La cuenta de capitales comprende las transferencias netas de capital, los flujos netos de inversión extranjera directa y de portafolio, y la compra o venta de oro y divisas.
En opinión de Fitch, el déficit en cuenta corriente de Colombia alcanzó el 6,4 por ciento del PIB en el 2015, factor que aumenta la vulnerabilidad del país de cara a los cambios de ánimo de los inversionistas extranjeros y las volátiles condiciones financieras externas. Fitch prevé que el déficit se reducirá al 5,8 por ciento en el 2016, con graduales disminuciones en el 2017 y el 2018.
De acuerdo con la firma calificadora, el déficit en cuenta corriente podría rondar el 5,3 por ciento del PIB en el periodo 2016-2018, promedio tres veces superior a la mediana de los países que tienen la misma calificación soberana de largo plazo de nuestro país (BBB).
Ahora bien, es necesario tener en cuenta que el déficit en la cuenta corriente se debe compensar con un superávit de la cuenta de capital, de suerte que si las importaciones exceden a las exportaciones, como ocurre actualmente en Colombia, la diferencia debe ser financiada con mayores créditos externos, nuevos recursos de inversión extranjera, baja en reservas internacionales, y en última instancia, como lo hace actualmente Venezuela, con la venta desesperada de sus reservas de oro.
Considerando que los recursos provenientes de la inversión extranjera directa podrían financiar tan solo solo la mitad del déficit de la cuenta corriente, Fitch proyecta un mayor endeudamiento externo. El aumento de los préstamos externos, evidenciado en los últimos años, y la depreciación del peso, propulsaron hacia el alza la deuda externa colombiana hasta el 37 por ciento del PIB en el 2015. En consecuencia, acorde con esta firma, el endeudamiento de Colombia podría treparse al 48 por ciento del PIB en el 2016, más del doble de los países con una calificación similar a la de Colombia, incluso sin contar las vigencias futuras.
Así, no hay más remedio que ¡exportar o morir!