La oprobiosa satrapía venezolana ha desplegado sus alas al mejor estilo del oscuro dictador de Nicaragua, Daniel Ortega. La reciente inhabilitación de la favorita en las encuestas para los comicios primarios de la oposición en Venezuela, María Corina Machado -diseñados para elegir el abanderado antichavista el 22 de octubre en las elecciones presidenciales previstas para el 2024- es la prueba reina del abandono democrático definitivo e irreversible del régimen autoritario de Nicolás Maduro.
A Maria Corina la acompañan otros dos políticos de oposición con opciones reales en las elecciones internas de octubre, Henrique Capriles y Fredy Superlano, con lo cual la oposición es objeto de una castración política de la peor laya, que a buen seguro, cobijará a los miembros de la oposición hasta dejarla postrada e inane. Las arbitrarias acciones del régimen de Maduro son el fiel reflejo del temor reverencial que existe en el Palacio de Miraflores por una derrota asegurada en el evento en que las elecciones del 2024 se realizaran de forma libre y democrática.
A lo anterior se suma la renuncia de los rectores oficialistas del Consejo Nacional Electoral por instrucción del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) al servicio de la dictadura Madurista, con lo cual se les retiró el apoyo oficial a las elecciones primarias de la oposición. Con este torpedo socialista, se generan retos enormes en materia de organización, financiación y logística, que podrían trabar estos comicios internos, considerados cruciales por los partidos políticos de oposición en su afán de ponerle fin a la dictadura en Venezuela.
La reacción de Estados Unidos ha sido oportuna y certera. El portavoz del Secretario de Estado, Matthew Miller, escribió en su cuenta oficial de Twitter lo siguiente: “La decisión de descalificar a María Corina Machado del proceso electoral priva a los venezolanos de sus derechos básicos”, y luego añade: “seguimos preocupados por los esfuerzos para rehacer el Consejo Nacional Electoral. Los venezolanos merecen elecciones libres y justas”.
Brillan por su ausencia los comunicados de los regímenes izquierdistas de Colombia y Brasil, que apoyan incondicionalmente a Maduro.