En el país no existe disciplina en partidos políticos. Pasan  de coalición de Gobierno a declararse en independencia y al final fungen de contrarios.

Kevin McCarthy fue destituido como presidente y vocero de la Cámara de Representantes de Estados Unidos la semana pasada, primer líder en la historia del Congreso en ser removido del cargo.

En una dramática votación nominal de 216 a 210, la Cámara respaldó una ‘moción de destitución’ para sacar a McCarthy de la presidencia. Ocho republicanos votaron en contra del líder de su partido y se pusieron del lado de 208 demócratas, con lo cual se selló su destitución.

La Cámara de Representantes guardó silencio en el sagrado recinto de la democracia norteamericana, mientras que Steve Womack, congresista republicano de Arkansas, leía los resultados de la histórica votación: “Por la presente se declara vacante el cargo de presidente de la Cámara de Representantes de EE. UU.”. McCarthy era el miembro de mayor rango de la Cámara de Representantes y el segundo en la línea de sucesión presidencial, detrás de la vicepresidente, Kamala Harris.

McCarthy llevaba mucho tiempo en terreno inestable, después de que fuera elegido presidente en la decimoquinta ronda de votación en enero, gracias a un cambio de reglas que facilitó, paradójicamente, su destitución. Su rápida y dramática caída la semana pasada fue un giro sorprendente de los acontecimientos, que conmocionó a ambos partidos políticos.

La revuelta republicana contra McCarthy fue encabezada por Matt Gaetz, congresista republicano de la Florida, quien decidió actuar después de que el presidente Joe Biden llegó a un acuerdo con los demócratas para evitar un cierre financiero del gobierno durante el fin de semana pasado, alianza que contó con el apoyo de McCarthy. McCarthy defendió el pacto con los Demócratas y dijo en el Capitolio antes de la votación:

“Mantener abierto el gobierno y pagar a nuestras tropas fue la decisión correcta. Mantengo esa decisión. Al final del día, si tengo que perder mi trabajo por esto, que así sea”. Y así fue. Si bien la destitución de McCarthy ha generado incertidumbre al interior del Congreso, habida cuenta de que su funcionamiento depende del trabajo político de su vocero, la moción de Gaetz en contra del vocero de la Cámara es el reflejo de la disciplina política que debe existir en el Legislativo para evitar el transfuguismo. La disciplina partidista por encima de todo, por el bien de la democracia y de la existencia de los partidos.

En Colombia, no existe disciplina semejante al interior de los partidos políticos, que primero se presentan como parte de la coalición de Gobierno, luego se declaran en independencia y posteriormente fungen de contrarios a los dictados de la Casa de Nariño. Son indignos y deberían ser, en consecuencia, defenestrados. Este debería ser el futuro de los políticos liberales, conservadores y de la U que votan las reformas sociales gubernamentales con el Pacto Histórico y los Comunes.

Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
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