Aprovechando la interinidad generada por la amenaza de apagón energético –lance superado gracias a la exitosa campaña presidencial de ‘Apagar Paga’ y la posterior llegada del régimen de lluvias–, el Ministerio de Minas y Energía colgó en su página web para consulta pública un proyecto de resolución que pretende promover las importaciones de alcohol carburante de EE. UU. y Brasil, los mayores productores y exportadores de etanol subsidiado del mundo.

Para comenzar, sorprende el desconocimiento llano de lo estipulado por el Decreto 2328 de 2008, por medio del cual se creó la Comisión Intersectorial para el Manejo de los Biocombustibles, cuyas funciones abarcan la coordinación del proceso de formulación e implementación de las políticas de biocombustibles, que adopten, formulen y ejecuten los diferentes organismos del Estado, incluidos los Ministerios de Minas y Energía, Agricultura y Desarrollo Rural y Medio Ambiente.

La Comisión también tiene el encargo de concertar con el sector privado (gremios y productores colombianos), los programas y las estrategias oficiales para la promoción de las materias primas –la caña de azúcar entre ellas– destinadas a la producción de biocombustibles.

En general, la propuesta del Ministerio de marras desconoce que las políticas de apoyo a la producción y la promoción del uso de biocombustibles en el país son de interés público, social y de conveniencia nacional; en particular, el proyecto soslaya los efectos positivos en materia de abastecimiento energético, sostenibilidad ambiental, desarrollo y empleo rural, relacionadas con el etanol producido en Colombia.
La resolución en comento igualmente olvida que el alcohol de caña de azúcar colombiano, de acuerdo con un estudio contratado precisamente por el Ministerio de Minas y Energía, reduce en 74 por ciento los gases de efecto invernadero, mientras que el etanol de caña brasileño los disminuye en 65 por ciento y el etanol de maíz estadounidense los aminora en un irrisorio 10 por ciento.

Así las cosas, el etanol nacional no solo evidencia el mejor comportamiento ambiental a nivel internacional, sino que proviene del cultivo agrícola más eficiente e innovador del planeta. De acuerdo con LMC International –reconocida firma líder global en consultoría económica y empresarial para el sector agroindustrial–, la caña de azúcar de Colombia tiene la mayor productividad del mundo, con un promedio de 15,5 toneladas de azúcar por hectárea verificado entre el 2011 y el 2015, resultante de la innovación, investigación, desarrollo y transferencia de tecnología generada por el Centro de Investigación de la Caña de Azúcar de Colombia, Cenicaña.

La propuesta del Ministerio, además de perjudicar el medioambiente de nuestro país, impactaría adversamente a Ecopetrol, accionista mayoritario del complejo agroindustrial Bioenergy, que comienza operaciones este año, y a los seis ingenios azucareros colombianos que invirtieron 254 millones de dólares para garantizar el suministro local de etanol.

Ahora le corresponde al nuevo ministro de Minas y Energía, Germán Arce, descartar este plúmbeo proyecto que provocaría el abandono y eventual sepelio del etanol de origen nacional.