Barbosa afirma que no es un actor pasivo dentro de la institucionalidad colombiana y que no sirve para estar solo de fiscal y para salir y aplaudir.
El fiel de la balanza de una democracia representativa con un desgobierno como el actual reside en los contrapesos que puedan enderezar el curso de acción de la política pública. Las altas Cortes y los jueces juegan un papel determinante para ponerle coto a los desafueros oficiales, que en ocasiones, riñen con lo más sagrado del Estado de Derecho.
El otro jugador de trascendencia nacional es el Fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa, quien desde su atalaya sirve de mampara en defensa y aplicación de la Constitución y la ley, como lo exige esta difícil hora de la democracia colombiana. Barbosa es el fiscal general más joven de la historia del país, elegido por unanimidad por la Corte Suprema de Justicia y el primero que previamente había ejercido como fiscal especializado.
Su desempeño viene de menos a más. Las primeras acciones que le permitieron consolidar la independencia de la Fiscalía General y recordarle al presidente, Gustavo Petro, la existencia de la separación de los poderes públicos, se dieron el día del discurso de la victoria del presidente electo, quien de manera perentoria le “solicitó” al fiscal Barbosa liberar a la juventud que hace parte de los vándalos de la primera línea, jóvenes acusados de delitos como tentativa de homicidio, secuestro, tortura, terrorismo, obstrucción en vía pública, violencia contra servidor público, daño en bien ajeno y concierto para delinquir.
El fiscal Barbosa le respondió ponderadamente al presidente electo y lo invitó a tramitar sus debates de forma institucional y no manera personal sobre la base de la colaboración armónica de los poderes públicos, por definición, independientes. Desde las primeras de cambio, se hizo evidente el interés presidencial de tratar al fiscal Barbosa como un subordinado del jefe del Estado. Para el mandatario, sería preferible contar con un fiscal de bolsillo -como los apacibles borregos que integran la innoble coalición de gobierno- en lugar de tener un fiscal independiente, que tiene como único objetivo misional aplicar con objetividad y sapiencia la Constitución y la ley colombianas.
El fiscal Barbosa con la claridad conceptual que lo caracteriza y la seguridad que le otorga la experiencia en el cargo, le dejó en claro a Petro que “no era subalterno del presidente de la República, yo soy subalterno de la Constitución y la ley. La Fiscalía no es subalterno del Ejecutivo en Colombia”. Las certeras declaraciones del fiscal Barbosa le pusieron punto final a la intentona presidencial de cooptar la Fiscalía General.
El fiscal Barbosa considera que es preciso acabar con la idea existente en algunos sectores domésticos que debe quedarse callado. Barbosa afirma que no es un actor pasivo dentro de la institucionalidad colombiana y que no sirve para estar solo de fiscal general de la nación para salir y aplaudir: “yo no soy notario de nadie”.
¡Tenemos Fiscal General!
Andrés Espinosa Fenwarth
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
andresespinosa@inver10.co
HECTOR GUTIERREZ P
Como ciudadanos de bien nos queremos pronunciar, porque Nunca hemos creído que nuestras Fuerzas Militares tengan aspiraciones golpistas sin mediar motivos loables poderosos, pero es claro que cuentan con departamentos Jurídicos muy respetables y los apoyaría a cualquier Precio si abiertamente los altos Mandos se llegaren a pronunciar cuando cualquier alto funcionario ó el mismo Presidente, lleguen o traten de cometer delitos contra la Población ó pretendan hacer algo en contra de la Constitución y las Leyes de Colombia. No se puede continuar permitiendo que Petro y sus ministros sigan desmoralizando impunemente a nuestras Fuerzas Militares y de Policía , buscando dejar desprotegidas a toda la Población en manos de Criminales y de Guerrilleros como lo estamos viendo actualmente.