Las estrellas parecen estar finalmente alineadas en contra de la revaluación del peso, generada externamente por la política monetaria expansiva de Estados Unidos y afianzada localmente por el auge de los productos básicos y la inversión extranjera.

A nivel internacional, la devaluación del dólar observada en los últimos trece años –la otra cara de la moneda de la revaluación de nuestra divisa– no tiene antecedentes históricos desde que Estados Unidos abandonó el patrón oro en 1971.

El ciclo de turbulencia monetaria y cambiaria actual, ocasionado por las excepcionales medidas tomadas para combatir la crisis económica del 2008 y 2009, parece tener sus días contados. Para comprobarlo, es preciso leer entre líneas las minutas de la última reunión –29 y 30 de julio– del Comité Federal de Mercado Abierto de la Reserva Federal (Fed), encargado de fijar la política monetaria en Estados Unidos, además de la brillante disertación de la presidente de la Fed, Janet Yellen, realizada en el santuario vacacional de Jackson Hole (Wyoming) la semana anterior.

El sendero de la normalización de la política monetaria norteamericana luce cada vez más cercano. La Fed sigue disminuyendo la compra de bonos y papeles del Tesoro, en esta ocasión de 35 a 25 mil millones de dólares mensuales. El Comité de la Fed anunció que es probable que en futuras reuniones reduzca aún más la expansión monetaria –vía la compra de títulos valores– sujeto al cumplimiento de su mandato dual de maximización del empleo y estabilidad de precios.

Del examen de las discusiones al interior del Comité de la Fed, reflejadas en sus actas, se identifican dos tendencias –como posiblemente ocurre al interior del Banco de la República– conformadas por las palomas como Yellen, que defienden prioritariamente el empleo y los halcones que le otorgan prevalencia al control de la inflación.
La Fed cambió el énfasis de su política monetaria de la emisión de dinero al manejo de las tasas de interés, como resultado de la mejora observada en el mercado laboral, pese a que aún la consideran insuficiente; de consolidarse la recuperación económica, el alza de las tasas de interés podría incluso anticiparse.

De acuerdo con John Williams, presidente de la Fed de San Francisco, la subida de tasas podría adoptarse en el verano del 2015 o antes si la economía crece más rápido de lo previsto. Con este escenario en ciernes, es previsible que el mercado anticipe el fortalecimiento del dólar y la consecuente desvalorización del peso.

En el campo doméstico, la reversión de la venta de Isagen, la finalización del periodo de rebalanceo del portafolio de inversión del JPMorgan en títulos de deuda en septiembre próximo, la caída de la inversión extranjera petrolera, el abultado déficit en la cuenta corriente y la intervención del Emisor también favorecen la devaluación del peso.