La compleja fabricación del enemigo interno contra el empresariado y la banca privada continua de manera inclemente.

La metódica construcción de la doctrina del enemigo interno por parte de los movimientos políticos de Gustavo Petro se inició con Bogotá Humana y prosiguió luego con Colombia Humana y el Pacto Histórico que lo llevó a la Casa de Nariño.

En la medida en que el accionar político de Petro se amplió a nivel nacional, el expresidente Álvaro Uribe Vélez se convirtió en su némesis político -su acérrimo enemigo interno- a sabiendas de que Uribe y su partido, el Centro Democrático, tenían entonces las mayorías políticas y el prestigio requeridos para impedir su ascenso al solio de Bolívar.

Petro hizo uso inteligente del Estatuto de Oposición para irse lanza en ristre en contra del gobierno de Iván Duque, que cometió el pecado capital de abandonar a la clase política que había contribuido en su carrera hacia la Presidencia.

La campaña jurídica de deconstrucción de Uribe adelantada exitosamente por el colectivo de abogados del senador Iván Cepeda -su principal antagonista jurídico- dejó un enorme vacío político que le permitió a Petro pasar de jefe de la oposición a jefe de Estado.

El nuevo escenario quedó plasmado en la reciente entrevista de la Revista Cambio en la cual Petro confirmó que “no estaba pensando en pelear con Uribe”. Ya no es necesario. Uribe tiene la necesidad de defenderse tiempo completo en los estrados judiciales para evitar un estropicio mayor.

Como dice el adagio popular, a rey muerto rey puesto. Petro buscó entonces un nuevo enemigo interno para debilitar aún más las fuerzas de una oposición desamparada en su gran marcha de deconstrucción del modelo económico que ha regido las fuerzas productivas de nuestro país.

Desde las primeras semanas de su administración, mientras la clase política tradicional representada por los Partidos Liberal, Conservador y la U se arrodillaba deshonrosamente a cambio de puestos y jugosas canonjías, el petrismo radical graduó al empresariado como su enemigo interno.

Los gremios (Andi, Asofondos, Camacol, Fenalco y Acemi) han sido objeto de duros ataques institucionales, e incluso personales, para promover la designación de representantes que sean amigos del gobierno. Algunos cedieron y entregaron erradamente sus banderas gremiales, particularmente en el sector de la construcción de vivienda popular, diezmada por las torpes acciones oficiales en contra de su sostenibilidad financiera.

La compleja fabricación del enemigo interno contra el empresariado y la banca privada continua de manera inclemente, especialmente para garantizar la estatización de la salud y del régimen de pensiones.

Para redondear la faena, la reforma laboral de protección y promoción del sindicalismo -al mejor estilo comunista de los años sesenta-, el alza resultante de los costos laborales y el desestímulo del empleo formal, son la cereza en el pastel contra el empresariado nacional y extranjero, que debe unirse en defensa de los intereses nacionales y del modelo económico actual.

ANDRÉS ESPINOZA FENWARTH
​Miembro del Consejo Directivo del ICP.
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