El dominio del inglés como idioma universal es fundamental para la vida y el trabajo en la sociedad digital de nuestra era. La brecha entre los que hablan inglés y los que no, los trabajos y los viajes de turismo que requieren inglés y los que no lo hacen solo aumentará con el pasar del tiempo, con lo cual las empresas y los hogares serán menos flexibles y las personas menos móviles. 

Pese a esta axiomática verdad de Perogrullo, Colombia se encuentra entre los países con peor nivel de inglés del planeta, según el estudio EF English Proficiency Index (EPI) de la empresa Education First, el cual midió su desempeño entre 2,2 millones de personas en 100 países que no son de habla inglesa. 

El informe comprende el manejo del idioma inglés en 19 departamentos, cuyo nivel fue igualmente bajo o muy bajo. Los mejores calificados, entre sus deficiencias, fueron Atlántico, Antioquia, Santander, Quindío y Caldas. En cambio, los que obtuvieron los peores resultados fueron Nariño, Tolima, Córdoba, Huila y Cauca. Se analizaron diez de las principales ciudades del territorio nacional. Las mejores fueron Medellín, Barranquilla, Bucaramanga y Bogotá; y las peores resultaron ser Ibagué, Tuluá, Neiva y Santa Marta. 

Nuestro país sufre de un nuevo analfabetismo lingüístico, vinculado con la incapacidad para comprender, leer, hablar y escribir en inglés. La falta de dominio de una segunda lengua es un indicador de la mala calidad educativa de nuestras instituciones. Estos resultados concuerdan con el pésimo desempeño de los estudiantes colombianos en el componente de idiomas de las pruebas Pisa de la OCDE, según el cual Colombia es el tercer país con peores calificaciones entre sus 36 miembros. 

Colombia evidencia serias dificultades para insertarse en el mundo actual, con lo cual se solidifica una barrera adicional al costo país para la competitividad, tanto del país como de sus estudiantes y profesionales. Dada la correlación existente entre el nivel nacional de inglés y la conectividad global, los índices de democracia, libertades civiles y derechos políticos, el bilingüismo debería ser una prioridad estatal y académica.