Daniel Kaufmann, Aart Kraay y Massimo Mastruzzi, investigadores del Banco Mundial, proponen seis dimensiones para medir los elementos constitutivos de un buen gobierno. Estas dimensiones son: 1. Voz y capacidad de los ciudadanos para expresar sus opiniones y participar en la toma de decisiones políticas. 2. Estabilidad política y ausencia de violencia. 3. Efectividad del gobierno en la implementación de políticas públicas. 4. Capacidad del gobierno para formular e implementar políticas eficaces. 5. Vigencia del Estado de Derecho. 6. Prevención y control de la corrupción.
Al utilizar este rasero para medir la administración del presidente Gustavo Petro, forzosamente tenemos que concluir que estamos ante un mal gobierno, que no ha podido hacer el tránsito del activismo político y la oposición al gobierno propiamente dicho.
Usemos el enfoque de Kaufman et al. para evaluar objetivamente la administración Petro. En el mismo orden expuesto por los investigadores del Banco Mundial, podemos concluir que: 1. Cada día que pasa es más difícil para los ciudadanos y la oposición al gobierno expresar libremente sus opiniones sin represalias o participar activamente en la toma de decisiones. El marginamiento oficial de los mandatarios de oposición elegidos en las elecciones regionales lo confirma. 2. La inestabilidad política y el resurgimiento de la violencia y la inseguridad, urbana y regional, generadas por el equivocado proceso de paz total, han sido aprovechadas por los grupos armados para aumentar el control territorial y cimentar a diario el mal gobierno. 3. La ausencia de ejecución presupuestal, especialmente en materia de inversión, la más baja de los últimos diez años, es la prueba reina de un gobierno que gasta, pero no gobierna. 4. La incapacidad para articular la ejecución del Plan de Desarrollo, el presupuesto estatal y las reformas sociales evidencian la incapacidad para formular e implementar políticas efectivas. 5. La inseguridad jurídica mina de forma significativa las bases del Estado de Derecho. 6. La corrupción galopante y la impunidad reinante contribuyen de forma decisiva en la configuración de un mal gobierno, como ninguno en la historia política de la nación colombiana.