En la última década, el fentanilo se ha convertido en la principal causa de muerte de adultos jóvenes en Estados Unidos. El comercio ilegal de drogas en México también se ha adaptado al cambio de las drogas de origen vegetal, como la heroína y la cocaína, a sustancias sintéticas, creando un negocio ilegal nuevo, simplificado y altamente rentable con menos trabajadores y costos más bajos, pero con la misma violencia. El cambio ha causado fricciones entre Washington y China, que exporta precursores químicos, y con México, que produce fentanilo.
El puerto de Manzanillo maneja 9.500 contenedores de 20 pies diarios, alrededor del 30 % de las importaciones marítimas del país. Incluso sin amenazas ni corrupción, las aduanas de México, ahora bajo el control de la Marina, tienen dificultades para encontrar las pequeñas cantidades de insumos químicos necesarios para fabricar fentanilo. Además de la complejidad, muchos de los ingredientes también se pueden usar con fines legales, al igual que el fentanilo mismo, que es un opioide sintético muy potente.
El fentanilo necesario para abastecer a Estados Unidos durante un año pesa el equivalente a 5 toneladas y cabría fácilmente en un camión mediano, según investigadores de Rand Corporation. Esto se compara con 125 toneladas de heroína o 1.600 toneladas de cocaína.
Desde el puerto, los químicos chinos se llevan a los Estados del norte de México y se mezclan y prensan en pastillas. El fentanilo es fuente de conflicto entre el Cartel de Sinaloa y el Cartel de Jalisco Nueva Generación le dijo al Financial Times, Falko Ernst, analista senior de México en International Crisis Group. “Definitivamente se ha convertido en un gran impulsor de la violencia en México” y en gran fuente de ingresos para aquellos que manejan el negocio.
Las tierras altas rurales pobres de México, donde se cultivaban amapolas para hacer heroína, también sufrieron una recesión económica en la medida que los consumidores norteamericanos se pasaron al fentanilo. Igual ocurre con la cocaína y su cultivo en los países andinos, donde hay una crisis de la economía ilegal sin precedentes.
Vásquez Anamaria
La droga de los altos ejecutivos