Las cábalas sobre la tasa de cambio en condiciones de elevada incertidumbre como las actuales, ligadas a riesgos económicos externos e internos, resultan la mayoría de las veces fútiles. Sin embargo, Mario Castro, investigador del grupo de servicios financieros Nomura, hace un esfuerzo valioso y pronostica que el abultado déficit comercial del país de 9.883 millones de dólares, registrado hasta el mes de agosto –equivalente al 7 por ciento del PIB–, puede generar una mayor devaluación del peso colombiano. Así, la tasa de cambio podría converger en torno de los 3.500 a 4.000 pesos por dólar. Castro fundamenta su proyección en un modelo que concibe una reducción del déficit de la cuenta corriente a niveles sostenibles y manejables, que define entre el 3 y el 4 por ciento del PIB.
El economista determina la tasa de cambio real que el país requiere para reducir el déficit comercial, considerado por el codirector del Banco de la República, Carlos Gustavo Cano, como “el más alto entre las economías de tamaño similar o superior en el mundo”. Para sustentar lo anterior, Cano reveló en una reciente conferencia sobre política monetaria, que la inversión extranjera directa de la balanza cambiaria en petróleo y minería cayó 34 por ciento entre enero y octubre del 2015; la de portafolio se desplomó 63 por ciento, en tanto que la cartera en moneda extranjera descendió 15 por ciento.
El modelo de predicción de la tasa de cambio de Castro considera que el déficit de la cuenta corriente responde a los términos de intercambio, definidos como la razón entre el precio de las exportaciones de un país y el precio de sus importaciones. Considerando que Colombia es un país tomador de estos valores, los términos de intercambio que enfrentamos son definidos externamente, los cuales han evidenciado un franco deterioro desde hace tres años, factor que explica en alto grado el grave deterioro de las cuentas externas. El segundo componente utilizado por el investigador de Nomura, tiene que ver con la relación entre el volumen de importaciones y de exportaciones. Castro afirma que el ajuste en este frente ha sido demasiado lento, habida cuenta de que las exportaciones no repuntan y las importaciones caen poco, elemento que le añade gasolina al elevado déficit comercial del país.
La última encuesta del Emisor parece confirmar que una porción significativa de la devaluación de la tasa de cambio del peso colombiano se encuentra fuera del rango de equilibrio, lo cual parece haber contribuido a desanclar las crecientes expectativas de inflación. Para contrarrestar este desequilibrio monetario, reforzado por el neurálgico hecho, tozudo e incontrovertible, de transmisión de la devaluación nominal a los precios al consumidor, la junta directiva del Banco de la República cambio su política y decidió intervenir el mercado cambiario, con un sistema de subasta de divisas, que intenta moderar los aumentos injustificados de la tasa de cambio.
¡Amanecerá y veremos!