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Durante las dos décadas de la dictadura de Chávez y Maduro, la producción de crudo del vecino país se redujo de 2’340.000 a 840.000 barriles por día

La prestigiosa Escuela de Ingeniería de Petróleos de la Universidad Industrial de Santander podría incluir una cátedra que contribuya a la preparación integral de sus alumnos en los asuntos relacionados con el descalabro sistémico de la industria de hidrocarburos de Venezuela, simplemente para garantizar que su lamentable historia no se repita en Colombia. 

Durante las dos décadas de la dictadura socialista de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, la producción de crudo del vecino país se redujo de 2’340.000 a 840.000 barriles por día, equivalente a una caída del 64 por ciento en el periodo. La tasa de declive de la producción de Venezuela pasó de 33.000 barriles diarios en el 2018 a 135.000 barriles por día en el primer trimestre de 2019, con lo cual podemos concluir que la producción de hidrocarburos continuará desfalleciendo en el futuro. Paradójicamente, Chávez anunciaba a comienzos de esta década, que “para 2019, Venezuela estaría produciendo seis millones de barriles de petróleo”. 

El desplome petrolero de Venezuela fue generado por una perversa combinación de factores. Desde un inicio, la empresa estatal petrolera de Venezuela, Pdvsa, se orientó hacia la consolidación del socialismo bolivariano del siglo XXI, mediante la expansión de actividades no petroleras, que se tradujeron en el abandono de su negocio principal, el petróleo. Para consolidar este modelo de economía socialista al mejor estilo cubano, Chávez despidió -desde su llegada al Palacio de Miraflores- a la cúpula técnica de 700 de ejecutivos y gerentes intermedios de Pdvsa y cuadruplicó la nómina con funcionarios no petroleros, que estuvieran incondicionalmente al servicio del régimen autocrático. Pdvsa es ahora una empresa sin cerebro y sin mantenimiento técnico, cuya administración fue asumida directamente por el Ministerio del Petróleo. 

A lo anterior se suman la devaluación galopante en un ambiente hiperinflacionario; el incremento de la deuda de Pdvsa para financiar al gobierno; los abultados subsidios domésticos al combustible nacional; los cortes de energía derivados de la mala gestión, la ausencia de mantenimiento de la red eléctrica y las recientes sanciones impuestas por Estados Unidos para presionar el fin de la dictadura venezolana.