El Reporte de Estabilidad Financiera del segundo semestre del Banco de la República confirma la abrupta desaceleración economica global, regional y de nuestro país. En efecto, las perspectivas para 2022 y 2023 pronostican una caída de la tasa real de crecimiento de la economica global de 3,3% en 2022 a 2,7% en 2023, como resultado de las presiones inflacionarias que han presionado al alza los tipos de interés de los bancos centrales, sumado a la guerra rusa en Ucrania y la reducción significativa del crecimiento en China por la aplicación de la política de tolerancia cero con el Covid- 19.
Pese a que América Latina se ha beneficiado de forma directa del aumento de los precios de los productos básicos, energéticos y agrícolas, la región se encuentra expuesta a condiciones financieras más restrictivas en materia crediticia, mayores costos de financiamiento y pérdida del apetito inversionista, lo cual, según el Emisor, podría dificultar el cumplimiento oportuno de sus obligaciones.
Colombia, por su parte, evidencia una de las tasas de crecimiento económico más elevadas del planeta para el 2022, dinámica derivada de los vientos de cola de la administración Duque, del sostenido nivel de inversión en maquinaria y equipo, y en particular, de la fuerte demanda interna, que continua a pesar de los aumentos sucesivos de los tipos de interés aplicados por el Emisor. De acuerdo con el Informe de Política Monetaria del Banco de la República del pasado mes de octubre, la actividad económica nacional tendrá un desempeño positivo durante el presente año, con un crecimiento proyectado del 7,9% para el 2022.
Para el 2023, el Emisor estima que el crecimiento económico se podría desplomar al 0,5% anual, con lo cual la economía colombiana podría sufrir una de las mayores contracciones económicas del mundo, como consecuencia de la reducción de la tasa de crecimiento de los principales socios comerciales, la persistencia de la inflación global y local, condiciones financieras internacionales más restrictivas, aumento del servicio de la deuda externa, reducción del consumo local generado por la reforma tributaria y menores niveles de confianza nacional.