Unos 2.000 millones de personas, aproximadamente la mitad de la población adulta del planeta, tendrán la oportunidad de votar en 2024, un verdadero récord mundial. Ocho de los diez países más poblados se encuentran entre los 70 Estados que celebran elecciones este año. Se podría argumentar que este es un tributo al poder de la democracia y la expansión de la libertad política. Pero ello parece poco probable, más bien utópico.
Estas elecciones se llevan a cabo en un contexto de creciente antiliberalismo en todo el mundo, debilitamiento de las instituciones independientes en las grandes democracias y creciente desilusión politica entre los más jóvenes votantes. “El espíritu de los tiempos no es democrático”, sostiene Larry Diamond, profesor de la Universidad de Stanford, quien hace más de una década acuñó la frase “recesión democrática”, que es la marca de agua de nuestro tiempo.
El destino de una gran cantidad de líderes está en el aire este año, en democracias antiguas como Estados Unidos y el Reino Unido y también en democracias más jóvenes como Taiwán, donde las elecciones de este mes tienen enormes consecuencias para la seguridad global.
En general, las encuestas muestran un abandono del espíritu democrático después de alcanzar un punto máximo en la década posterior al fin de la Unión Soviética y el apartheid en los años noventa del siglo pasado. De acuerdo con el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral de Suecia, 2023 configuró el sexto año consecutivo en el que la democracia disminuyó en la mitad del globo, el retroceso más largo desde que comenzaron sus registros en 1975. Kevin Casas-Zamora, director del Instituto, cita cuatro factores que explican este cambio: la percepción de que las democracias son lentas y torpes para responder a la demanda social; una sensación de impunidad frente a la corrupción; niveles elevados de ansiedad social, que llevan a la aceptación de figuras autoritarias; y declive de la autoridad moral de occidente después de la invasión de Irak, la crisis financiera de 2008 y la elección en Estados Unidos de Donald Trump.