Europa tiene los precios de energía más altos, como resultado de las políticas energéticas verdes, que promovieron el abandono de la energía nuclear y el incremento de la dependencia del suministro de gas ruso.
De todas las grandes economías, Europa es la más expuesta a los cambios geopolíticos actuales, la más dependiente de un puñado de proveedores de materias primas esenciales y de la importación del 80% de la tecnología digital, que es controlada por Estados Unidos, China y Taiwán. Al revisar la lista de los diez billonarios más poderosos del planeta, nueve son estadounidenses y solo uno es europeo, ligado al mundo del lujo y el comercio. Ningún empresario europeo marca la diferencia global en materia de ciencia, investigación aplicada y tecnología.
Europa tiene los precios de energía más altos, como resultado de las políticas energéticas verdes, que promovieron el abandono de la energía nuclear y el incremento de la dependencia del suministro de gas ruso. Las empresas europeas enfrentan precios de electricidad dos a tres veces más altos que los de Estados Unidos y China, sus principales competidores.
Europa evidencia un gran rezago en el desarrollo de nuevas tecnologías. Para Bruselas, su capital, es más importante controlar la tecnología, que promoverla. Escasamente cuatro de las cincuenta principales empresas tecnológicas del mundo son europeas.
En estos meses de vértigo ligados al preocupante desencuentro entre Estados Unidos y Ucrania, es evidente que Europa no está preparada para defenderse por sí misma sin el apoyo militar y de inteligencia de Estados Unidos. Solo diez Estados miembros, de los veintisiete que conforman la Unión Europea, gastan el 2% del PIB en defensa, nivel mínimo acordado en la OTAN. Es evidente que Europa -hasta ahora- le delegó la defensa regional y la seguridad territorial a Estados Unidos para dedicarse a otras prioridades, como las políticas ambientales, verdes y sostenibles de sus miembros. Ahora llega, algo tardía, la fiebre del rearme militar.
Según Jorge Dezcallar de Mazarredo, exdirector de los servicios de inteligencia de España, ninguna nación europea estará entre las cincuenta economías más grandes del planeta en el 2050.
La Unión Europea parece despertarse ahora de su profundo letargo y declive político, económico, tecnológico y militar, antes de que se convierta en un bello museo al aire libre.