El presidente electo guardó silencio sobre: narcotráfico, no reelección, independencia del Emisor.

Gustavo Petro es el presidente electo de Colombia para el período 2022-2026 con una votación histórica de 11.281.013 votos (50,44%). Rodolfo Hernández consiguió 10.580.412 de votos antipetristas (47,31%) con una estrecha diferencia de 700.601 votos (3,13%).

El presidente elegido inicia un nuevo periplo de cambio del contrato social de Colombia, que comenzó, según su libro titulado Una vida, muchas vidas, con la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991. Al final del proceso, se dio una “extraña concertación entre un proyecto democrático y un proyecto neoliberal”, en el cual “el M-19 renunció a toda idea revolucionaria”.

El plato fuerte del día de la elección fue el discurso de la victoria del presidente elegido por los colombianos en el Movistar Arena, lleno hasta las banderas, incluso del M-19. Allí, en una tarima multicolor con su familia y numerosos de sus correligionarios, Gustavo Petro, dio un paso en falso al desconocer la separación de poderes con el pedido al Fiscal General de liberar a los miembros de la primera línea y la solicitud a la Procuradora General de restituir a los alcaldes suspendidos por su participación en política. El presidente electo considera que “habrá oposición férrea, tenaz”, como es natural en una democracia moderna -aunque está por verse por su atomización política y el apoyo del ingeniero al nuevo gobierno-, y que “nunca habrá persecución política ni jurídica, solo respeto … para construir un gran diálogo nacional”, que lanzó mediante un “diálogo regional vinculante”.

Para tranquilizar a los empresarios, el jefe de Estado electo anunció que “no va a expropiar” y que la economía popular va a “desarrollar el capitalismo en Colombia”, pero a renglón seguido acotó, de manera anacrónica, e incluso un tanto amenazante y difusa, que pretende “acabar con la premodernidad, el feudalismo y los nuevos esclavismos”.

El mandatario electo reafirmó su propósito de “transitar de la vieja economía extractivista hacia una economía productiva”, loable objetivo como el cielo, donde todos queremos ir, pero no todavía. Al igual que Lula, propone producir para redistribuir; en nuestro caso, Petro lo circunscribe al campo, la industria, el turismo y la economía del conocimiento. 

El jefe de Estado elegido les propone a los gobiernos socialistas Latinoamericanos avanzar hacia una “transición energética descarbonizada”. Al marginar al sector minero-energético de la economía colombiana, el mandatario electo compromete la sostenibilidad de las finanzas públicas, nacionales y regionales, la inversión extranjera directa y la viabilidad de su modelo económico socialista, dirigista e intervencionista.

El presidente electo, Gustavo Petro, le propuso a EE. UU. un diálogo entre los norteamericanos, que producen gases de efecto invernadero, y nosotros, que los absorbemos en la Amazonía. Sin embargo, guardó silencio estratégico sobre la papa caliente del narcotráfico, la no reelección, la independencia del BanRepública y el sistema privado de pensiones. 

ANDRÉS ESPINOSA FENWARTH
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
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