La sospechosa negativa de solicitud de reforzamiento de su seguridad personal de finales de 2024, no se pueden soslayar.
El aleve atentado sicarial contra la vida del experimentado político y más opcionado candidato presidencial del Centro Democrático, senador Miguel Uribe Turbay, abre varias líneas de investigación criminal de este intento de magnicidio.
En medio del fragor de la campaña política más violenta desde finales de los años ochenta, recordamos como entonces el asesinato de Luis Carlos Galán apagó una luz de esperanza en la guerra contra el narcotráfico. Las indagaciones de esta tentativa de magnicidio contra Miguel Uribe Turbay de la Fiscalía General incluyen, entre otras líneas de averiguación, un atentado motivado con fines políticos, como un accionar criminal contra la oposición más organizada, representativa y razonada de nuestro país frente al desgobierno de Petro.
De manera más precisa, podríamos avanzar la hipótesis según la cual nos encontramos ante un Crimen de Estado, definido como la comisión de delitos graves por parte de funcionarios públicos, que violan la Constitución Nacional y las leyes del país, y que, en consecuencia, causan o amenazan causar un daño grave y generalizado a la sociedad colombiana, que Petro tacha de “porquería”. Esta hipótesis incluye acciones o amenazas de violencia política y hostigamiento verbal contra la oposición, excesos que afectan directamente la democracia y las instituciones que la soportan.
La insistencia de Petro de convocar la consulta popular mediante decreto sin la aprobación previa del Senado que la rechazó por mayoría calificada, es una afrenta contra la Carta Magna, la institucionalidad judicial y la separación de poderes públicos al usurpar las competencias de las altas cortes. Para Petro, quien no quiera aprobar la consulta popular (en el Congreso o en las Cortes) es un “un vampiro, un hp esclavista, un bastardo de Bolívar”.
La violencia política del trino y el micrófono oficial están a la orden del día. En la celebración del Día del Trabajo del pasado primero de mayo, Petro dejó de lado el tricolor nacional y ondeó con orgullo de exguerrillero y revolucionario marxista un estandarte con cuadrados superpuestos en colores negro, blanco y rojo. Banderín izado por Bolívar en Trujillo, Venezuela, en 1813, cuya motivación rezaba: “Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes”. Para Petro, este pendón de libertad o muerte, es “la bandera del pueblo de Colombia hoy”.
La violencia verbal contra el poder legislativo, y en particular, contra el senador del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, y la sospechosa negativa de solicitud de reforzamiento de su seguridad personal de finales de 2024, no se pueden soslayar. Petro, además de saludar en árabe de manera peyorativa a Miguel Uribe Turbay, colombiano de pura cepa, acusó sin fundamento a su abuelo fallecido, el expresidente liberal, Julio César Turbay Ayala, de “ordenar la tortura de 10.000 colombianos”.
¡Las palabras, como las balas, también matan!
ANDRÉS ESPINOSA FENWARTH
Miembro del Consejo Directivo del ICP.
andresespinosa@inver10.co
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