Las perspectivas económicas de la OCDE indican que el mundo podría salir bien librado de la peor recesión de los últimos 80 años, gracias a una tasa de crecimiento cercana al 6 por ciento. Este comportamiento debería examinarse con detenimiento, especialmente a la luz de la hecatombe económica del año anterior generada por la pandemia y las medidas restrictivas aplicadas para contenerla.
La realidad es que el coronavirus dificulta la interpretación de los datos de este año. Si bien las tasas de crecimiento anual sirven para verificar si los niveles de vida están mejorando o no, en el 2021 podrían ser favorables si las economías se reabren y logran volver a la nueva normalidad. En este escenario, es menester tener en cuenta el llamado ‘efecto base’, definido como el cálculo estadístico que engloba las anomalías registradas en el periodo anterior, que puede maquillar -mejorar sin fundamento- los datos del periodo actual.
Este componente matemático, más que la tendencia económica, puede ser incluso más pronunciado después de una recesión. Para evaluar con objetividad el desempeño económico del 2021, es preciso contrastarlo con lo ocurrido antes de la pandemia, es decir, con el 2019. Con esta sencilla métrica, las estadísticas lucen diferentes. A pesar de que tendremos la tasa de crecimiento más alta en medio siglo, el Banco Mundial estima que la economía mundial seguirá siendo un 2% más pequeña a finales de 2021 que en el 2019.
A lo anterior se suma una tendencia mundial hacia mayores tasas de inflación, forjada por los excesos de liquidez que los bancos centrales le han inyectado al mercado global y por la disminución de la oferta de bienes y servicios engendrada por las cuarentenas, que ahora, gracias a la reactivación, enfrenta una demanda planetaria en vías de recuperación.
Las estadísticas económicas podrían estar distorsionadas por las comparaciones con los peores meses de la pandemia.
Es probable que los argumentos políticos también lo estén, escenario particularmente propicio para oír los cantos de sirena del populismo socialista, que es necesario desenmascarar y derrotar en las urnas.