Gallup Colombia publicó recientemente una encuesta que mide el pulso del país en diferentes campos del acontecer nacional. Entre ellos, Gallup Poll identificó que “la corrupción viene ganando más peso como el principal problema a resolver en Colombia”. Es más, el 76 por ciento de los encuestados considera que la corrupción sigue aumentando. Se podría argumentar que este es un asunto de opinión, pero infortunadamente no lo es la corrupción supera su propia realidad.
El Foro Económico Mundial, con sede en Suiza, realiza anualmente la encuesta empresarial más importante de su género, cuyos resultados se publican en el Informe de Competitividad 2014-2015. En este sondeo de talla mundial, los empresarios de 144 países deben seleccionar los cinco principales problemas que entorpecen los negocios en su país. Los resultados nacionales no son halagüeños. Colombia hace parte de una lista negra de 15 naciones, al lado de Cambodia, México y Paraguay, cuyos empresarios respondieron que la problemática más grave que agobia sus negocios es la corrupción.
Al examinar los componentes de la corrupción doméstica, el Informe del Foro Económico Mundial ubica a Colombia en el lugar 105 en lo que tiene que ver con sobornos oficiales, a la altura de Nicaragua y República Dominicana. La medición comparativa a nivel internacional de la desviación de los recursos del erario público es sencillamente aterradora, habida cuenta que caemos al puesto 129 en compañía de Burundi y Guatemala. En eficacia del gasto, nuestro país se sitúa en el puesto 101, al lado de Mauritania y Pakistán. La mermelada y el favoritismo en las decisiones oficiales hacen parte de la burocracia local, dado que ocupamos el puesto 107, acompañados por Brasil y la República Checa.
Ahora bien, la coalición internacional contra la corrupción, Transparency International, con sede en Berlín, prepara periodicamente su Índice de Percepción de Corrupción en el sector público en 177 países. Colombia ocupó el lugar 94, con una puntuación de 34 sobre 100 en el 2013. Esta baja calificación confirma que tenemos un serio problema de corrupción oficial. Quizás sirva de consuelo que el 69 por ciento de los países analizados arrojan datos similares, particularmente en Latinoamérica.
Este es el telón de fondo de la cruda realidad de nuestro país, que tiene a los empresarios y a los colombianos de bien en contra de la reforma tributaria, que en lugar de imprimirle un sello de eficacia y austeridad al gasto público, se concentra en los instrumentos más idóneos para desplumar a los contribuyentes que pagan puntual y resignadamente sus impuestos.
La caricatura de Matador del diario El Tiempo del fin de semana, titulada ‘Viene por su pedazo de pastel’, lo dice todo. Allí distinguimos a un monstruo siniestro –la corrupción– dispuesto a tragarse su tajada de la reforma tributaria.