El Gobierno debe consolidar la mesa de garantías de las protestas solicitada por los marchantes.

La actual crisis política, económica y social que tiene postrada a la nación colombiana amerita un diagnóstico sereno y soluciones concretas a la altura de sus enormes desafíos. Es preciso reconocer que no existe una fórmula mágica para enmendar una situación tan compleja.

Sin embargo, como en la gran marcha, el primer paso es muy importante. Resulta esencial identificar, separar y condenar el terrorismo urbano y los violentos bloqueos -que el Gobierno ordenó levantar con el apoyo de la Fuerza Pública, alcaldes y gobernadores- de las marchas pacíficas convocadas por el Comité Nacional del Paro y consumadas por los jóvenes en edad de trabajar, frustrados por la pérdida de esperanza que generan las cuarentenas y la tasa de desempleo más alta de la historia. Les corresponde a ambos estamentos de la sociedad colombiana participar ordenadamente con voceros autorizados -no encapuchados- en la mesa de negociación convocada por el Gobierno Nacional.

Para garantizar resultados concretos de un proceso social tan complejo, es recomendable aplicar varias de las estrategias de la solución de conflictos en tres dimensiones de la Universidad de Harvard, conformadas por la mesa de negociaciones y la opinión pública nacional e internacional, áreas donde es indispensable trabajar de forma inteligente y coordinada. 

Antes de definir la agenda e iniciar la negociación de temas específicos, es necesario que los marchantes condenen los bloqueos, que en 21 días le han costado al país 10 billones de pesos. 

El Gobierno debe consolidar la mesa de garantías de las protestas solicitada por los marchantes y llenarse de paciencia estratégica para una larga jornada de decepciones, que al final del camino, conduzca a una solución mutuamente satisfactoria para todos.

Este proceso comienza con la negociación de las reglas de juego, que incluyen los objetivos de las partes, la selección de negociadores, voceros, mediadores internacionales y facilitadores académicos, por ejemplo, de Harvard, que generen confianza genuina entre las partes, lugar y frecuencia de las reuniones de la mesa con espacios para consulta y reflexión grupal, sumado a amplios mecanismos de participación ciudadana y aplicación del principio negociador según el cual nada está acordado hasta que todo esté acordado.

Las negociaciones que involucran a funcionarios gubernamentales podrían abarcar las siguientes estrategias de conducción de este complicado proceso social. Los voceros deben tener conocimiento pleno de los intereses estatales y desplegar profunda curiosidad respecto de las demandas de los marchantes. Deben compartir información veraz sobre su apreciación de los asuntos planteados en la mesa de negociaciones, que podría sectorizarse por temas de interés, especialmente en materia de empleo, pobreza, educación y reactivación económica.

Por último, es recomendable negociar de lo más fácil a lo más difícil para generar confianza, y de ser posible, en forma simultanea para crear mayor valor de intercambio al final del proceso negociador.