British American Tobacco (BAT) anunció sorpresivamente el cierre, a finales del año, de su fábrica de producción de cigarrillos en Colombia, ubicada en el antiguo municipio de Bosa, en Bogotá. La decisión corporativa de la compañía de origen británico incluye el mantenimiento de la planta de desvenado de tabaco en San Gil, el fortalecimiento de su operación comercial y la eventual exportación de hoja de tabaco colombiano a su planta de fabricación de cigarrillos en Casablanca, Chile, siempre y cuando los costos de transporte y logística lo permitan.

La metamorfosis de BAT, de fabricante a importador de cigarrillos, cayó como un baldado de agua fría en Colombia. Durante el proceso de adquisición de Protabaco por 452 millones de dólares en el 2011 –cuyo perfeccionamiento le permitió a la multinacional británica ampliar su participación en el mercado nacional del 12,5 por ciento en el 2010 al 47,4 por ciento en el 2013–, el Gobierno estableció condicionantes mínimos que volaron como Ricaurte en San Mateo con la clausura de la planta nacional de producción de cigarrillos.

El Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural sujetó, entonces, su autorización a la adquisición de Protabaco “a la siembra, compra y producción del cultivo de tabaco”.

En el marco de la evaluación de la adquisición de Protabaco, realizado por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), BAT confirmó que “Protabaco mantendrá la compra de hoja de tabaco, la producción, la distribución y la comercialización de las marcas de cigarrillos manufacturados industrialmente que actualmente vende en Colombia”. Basado en estos compromisos, la SIC aceptó la transacción. El Gobierno subordinó así la legalización de la adquisición de Protabaco por parte de BAT, al desarrollo del cultivo de tabaco colombiano y al mantenimiento de su planta de producción de cigarrillos, requisitos que, por razones corporativas, se convirtieron en cenizas y humo de origen chileno.

Ahora se percibe mejor el arquetipo empresarial de BAT. La SIC señaló en la época que la multinacional británica fue la principal importadora de cigarrillos entre el 2000 y el 2010, con el 85 por ciento de participación, mientras que las importaciones de las otras firmas eran marginales.

Con el cierre de su planta en Bosa, BAT consolida su modelo importador en detrimento del empleo fabril y el valor agregado nacional, fenómeno que extrañamente Camilo Montes, del Programa de Transformación Productiva del Ministerio de Comercio, considera “positivo” en la dinámica de los negocios.

Cabe señalar que esta no es la primera vez que esto ocurre. BAT realizó una operación similar en Perú a mediados del 2005. La tabacalera peruana, de su propiedad, cerró en aquel tiempo su planta de producción de cigarrillos para dedicarse a la distribución de cigarrillos importados de su filial chilena, a la cual exporta hojas de tabaco local.