La competitividad del país se encuentra en caída libre. Durante los últimos cinco años, los retrocesos comprobados por la escuela empresarial más prestigiosa del mundo, The Institution for Management Development (IMD), con sede en Lausana, Suiza, deberían ser fuente de honda preocupación.
El IMD elabora anualmente el Indicador Global de Competitividad, el cual procesa los datos relevantes en 61 países, Colombia entre ellos. El ranking de competitividad del 2015 analiza cómo el ambiente económico de los negocios en cada país consolida las condiciones requeridas para generar y sostener la competitividad de las empresas.
El IMD evalúa la competitividad en cuatro dimensiones: actividad económica, eficiencia del Gobierno, infraestructura y eficiencia de las empresas. Cada uno de estos pilares se subdivide en cinco subsectores, claramente interconectados, que al final arrojan un dictamen técnico sobre el estado real de la competitividad nacional y empresarial del país.
Al examinar los resultados del Indicador de Competitividad Global de Colombia para el periodo 2011 a 2015, advertimos con inquietud, que pasamos del puesto 46 al 51 entre 61 economías evaluadas, a tan solo 10 lugares de Venezuela, país que ocupa el último escaño a nivel mundial. Los resultados nacionales en los cuatro pilares mencionados son negativos: en economía pasamos del puesto 41 al 46; en eficiencia gubernamental, caímos del 45 al 51; en eficacia de los negocios, nos deslizamos del 37 al 41; en infraestructura, seguimos estancados en la posición 54 entre 61 países. Peor imposible.
Ahora bien, la valoración de los 20 subsectores que sustentan la calificación de los cuatro pilares de la competitividad del IMD, confirma que progresamos en empleo (35 a 31) y en inversión extranjera (34 a 27), pero decaímos en economía doméstica (34 a 36) y empeoramos fuertemente en comercio exterior por el desplome de la balanza comercial (47 a 60).
Colombia avanzó en finanzas públicas (37 a 34), política fiscal (24 a 22) y educación (57 a 56), pero nos derrumbamos en instituciones (40 a 50) y regulación de negocios (43 a 47). Nuestro país mejoró en mercado laboral (29 a 27), pero desmejoró en productividad y eficiencia empresarial (45 a 51), prácticas gerenciales (24 a 34) y marco social (37 a 59). Por último, caímos como plomo en infraestructura básica (44 a 50), técnica (50 a 55) y científica (51 a 56), así como en salud y medioambiente (42 a 47).
El IMD mide también la eficiencia gubernamental y la contrasta con la empresarial. En el caso de Colombia, la brecha de competitividad relativa aumentó en estos cinco años de 8 a 10 puntos, con lo cual se confirma que el Gobierno se mueve a la zaga del sector privado. Para avanzar a estadios superiores de competencia internacional, es fundamental que el Ejecutivo se conecte efectivamente con el Consejo Nacional de Competitividad y le otorgue la prioridad que le corresponde.