En las horas más oscuras de finales de los años ochenta y mediados de la siguiente década, el poder de intimidación de Pablo Escobar del cartel de Medellín y de la probada infiltración de la clase politica por parte de los hermanos Rodríguez Orejuela del Cartel de Cali dieron origen al concepto de narcoestado. A la postre, los dineros de la coca se hicieron visibles a través de la prohibición de la extradición promulgada por la Asamblea Constituyente de 1991 -el principal mecanismo persuasivo contra el narcotráfico- y la posterior financiación viciada de la campaña presidencial de Ernesto Samper en 1994.
El Plan Colombia y la lucha frontal contra las drogas ilícitas de los años siguientes permitió arrinconar gradual pero inexorablemente a los narcotraficantes entre 1998 y 2012, año en el cual comenzó el desmantelamiento del principal instrumento disuasivo contra los cultivos ilícitos, la aspersión aérea con glifosato. Desde entonces, la lucha contra las drogas ilícitas ha sido cuesta arriba. Pero como dice el adagio popular, todo es susceptible de empeorar.
Para la muestra un botón, la propuesta del senador Gustavo Bolívar, anunciada en una entrevista concedida a María Isabel Rueda en el diario El Tiempo. El senador Bolívar plantea regular, ‘estatizar’ la coca, la amapola y la marihuana creepy, de suerte que “el Estado asuma la venta, la producción y la comercialización de la droga a través, obviamente, de licenciatarios”.
Desde Argentina, la vicepresidenta electa, Francia Márquez, dijo que “la paz no se logra si no logramos resolver el problema de la política de drogas, que para el caso de Colombia y América latina, ha sido ineficaz y ha servido para dejar muertos en los territorios y la riqueza en los bancos”. Márquez propuso que “afrontar el tema de la política de drogas implica poner desde Colombia y en la región el debate sobre la legalización de las drogas.”
La verdad es que la plata de la droga la tienen los carteles mexicanos y colombianos. La realidad es que las ominosas propuestas de legalización o estatización de las drogas ilícitas nos transformarían en un narcoestado.
Autor Andres Espinosa Fenwarth
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